«Porque a mí me atormeta en el alma
tu frialdad, chalalalalá éeee...», está to
ná escuchaba muy de mañana, en may
o, las flores entrando aromas en el aire
interno de mi estancia, primavera vera,
fuerte de solemnidad, resplandeciente, y
cerca, en la Albufera de Valencia, las an
guilas haciendo su agosto.
Cenando, muy de mañana, y sentado a
la estufa de unos versos de Lorca, un ra
millete de amigos cantábamos canciones
de Triana, rememorando juegos de tarde
de colegio, antes y después de los deberes,
y el patio caía hacia la tarde para despedir
se a dormir, hasta el día siguiente, cara de
circunstancias, de pena por el abandono q
ue, de repente, tras la erosión de las risas, i
ba a herir su espacio, su alma callada, de t
oboganes oxidados, olvidados por quien en
la comunidad de vecinos se encargaba por
tradición de pintar los hierros, y su desange
lo me enroscaba el alma al redirigirme a ca
sa, cabizbajo, los deberes del día pendientes,
y cómo ponerme ahora a estudiar, cómo re
unir fuerzas y concentraciones para aliment
arme de una lección que ya no me alimenta,
nutre, regocija, y cómo decírselo a mi madre
y lo entienda. No sabía cómo.
«Tooodo é de colooó, toodo é de colooó», son
que salía de la ventana de la vecina que más
daba al patio, llenado su reciente soledad hast
a que se lavaba de la legaña coagulante, estra
ngulante y sorda de una noche fría, ingrata; y
el patio, risueño, alegre, volvía a ensanchar su
labio de nuevo, otra vez, otro día, de tarde, cua
ndo el colegío, ese día, se hizo historia, olvido, s
olo por veinticuatro horas, y Triana regresaba a
surcar la banda sonora de mi vida, a caracteriza
r mi niñez de niñez sevillana y flamenca, y rocke
ra, y entre salto y salto recordaba las canciones a
zarzueladas que mi madre, haciendo la faena, ca
ntó muy de mañana —digo cantó porque ya no l
as canta—, y salir al patio con los deberes por hac
er era todo un desafío a los mayores, a las norma
s, a las morales.
«Abre la puerta, niñaaa, que el día va comensá»
me sonaba en mi tierna cabeza yendo ese día al
colegio..., y cada día se me repite, así, en bucle.
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Autor:
Albertín (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 21 de diciembre de 2025 a las 18:50
- Comentario del autor sobre el poema: Cuando las canciones de una infancia huellan la mente para lo sucesivo.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1

Online)
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