Abrió sus pétalos buscando el cielo,
y con auroras de luz se vistió;
aun siendo flor, soñó con el vuelo,
y en su inocencia, del sol se prendó.
En su silencio lo amó cada día,
mas no lograba su abrazo alcanzar,
y se arraigó con ilusa alegría,
como quien ama sin nada esperar.
Llegó el invierno callando la vida,
y un manto blanco al mundo cubrió;
de nieve pura la vieron vestida,
y ante el altar su llegada aguardó.
El sol la vio, engalanada en promesa,
tan bella y frágil, fiel a su ilusión,
que al contemplarla en su hermosa rareza,
no pudo más que adorar su pasión.
Bajó a buscarla y a quitarle el frío,
con rayos tibios su piel desvistió;
y en cada beso se fundió el rocío,
y así los colores él le devolvió.
Son desde entonces dos enamorados,
ella le sonríe, él le da calor;
y aunque por siempre se ven separados,
después de la noche se entregan su amor.
Así cada año, al llegar el invierno,
ella se viste de blanco otra vez,
él regresa a amarla con su fuego eterno,
y renuevan sus votos con fiel timidez.
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Autor:
Yalmar Acosta (
Offline) - Publicado: 19 de diciembre de 2025 a las 23:18
- Comentario del autor sobre el poema: Votos de Invierno es una alegoría del amor que espera, del amor que no exige. Una flor y el sol, separados por su naturaleza, se eligen año tras año aun sabiendo que no pueden permanecer juntos. Es un poema sobre la paciencia, la fidelidad silenciosa y esos amores que no se poseen, pero se renuevan con cada regreso del frío. Porque hay promesas que no se hacen con palabras, sino con la constancia de volver.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 2

Offline)
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