Peripecias del hada Titania (XV)

Salva Carrion

 

 

La Soberbia Ciega del Éxito

 

Titania se alejó del punto Norte. Su nueva misión la esperaba en el punto cardinal Este, indicado por el tintineo de campanillas de su inseparable varita.

A medida que se aproximaba a su nuevo destino, la atmósfera se transformó drásticamente: el aire se volvió seco y abrasador, propio de un paisaje desolador. Se encontraba en una estepa de tierra rojiza y agrietada por la sequía extrema. Un desierto de barro seco y piedras interminable donde los espejismos danzaban bajo un sol sofocante.

Este era el límite de la Región del Egoísmo, donde la naturaleza había sido forzada más allá de sus posibilidades. La influencia del Lokardo del Olvido se manifestaba como la insultante arrogancia de un poder ominoso. La varita de fresno, que antes brillaba con la calidez de la esperanza, emitía ahora una luz inquietante y distorsionada, como si el aire estuviera cargado de vanidad.

Titania descendió sobre una zona de dunas que rodeaban un antiguo oasis, ahora reducido a un charco de agua salobre. En el centro, el Corazón de Madera de este punto cardinal yacía en una fosa poco profunda.

Era una esfera de ámbar, la más grande que había visto. Sin embargo, en lugar de estar cubierta de musgo o hielo, estaba recubierta por una capa de oro falso y escamas secas, como si se hubiera intentado imitar algo grandioso y admirable sin lograrlo. Esta era la marca de la Egolatría, tal como recordaba Titania de los dictados de Akelia. Para revivir este corazón, se requería el Vínculo del Arrepentimiento, la capacidad de actuar con la humildad necesaria para frenar la ambición descontrolada.

El hada se orientó hacia un tenue rastro de actividad humana. El calor era sofocante y la ausencia de sombra era una declaración del poder maligno. Titania siguió las huellas de carros pesados y maquinaria obsoleta, que la condujeron a una colina cercana.

Allí, bajo un toldo improvisado, encontró a Akisteo, un hombre enérgico, pero visiblemente agotado, con planos enrollados bajo el brazo y las manos cubiertas de callos. A su alrededor, yacían los restos de un gigantesco proyecto. Akisteo no estaba labrando la tierra; estaba dirigiendo a un grupo de trabajadores locales, a quienes, a pesar del agotamiento general, conminaba a levantar una estatua monumental de sí mismo, la cual había sido esculpida en piedra y traída de tierras lejanas,

—¿Por qué levantar esa estatua aquí, donde el agua escasea y la tierra está muerta? —preguntó Titania.

Akisteo se giró irritado. No obstante, al ver a Titania, sus ojos brillaron con una excitación vanidosa, asumiendo que el hada era una visitante que venía a admirar su obra.

—¡Es la prueba de la voluntad del hombre! —exclamó, señalando la estatua de su imagen—. Soy Akisteo, el Arquitecto. Demostré que podía irrigar este páramo, y lo hice florecer durante una década entera.

—¿Y por qué dejó de florecer?

Akisteo frunció el ceño con desdén.

—La naturaleza ingrata se ha resentido de mi éxito. El gran canal que diseñé funcionó perfectamente, pero los ríos no fluyen con el mismo caudal que antes. La tierra se ha secado porque no tiene la fuerza para sostener mi gloria. Por eso levanto esta estatua, para que quede claro que yo lo logré, y que el fracaso no fue mío, sino del patético entorno.

Titania vio la verdad. Akisteo no había fracasado por falta de talento, sino por su falta de compromiso hacia la naturaleza. Había desviado toda el agua de un río para su proyecto, sin dejar una gota para las comunidades agrícolas ni para que la propia tierra se regenerara. Su éxito fue un acto de salvaje narcisismo, sin reconocer la capacidad renovadora del hábitat, ni la necesidad de reciprocidad: dar para obtener.

El hada se acercó al Corazón de Madera y alzó la Llave del Compromiso.

—Akisteo —dijo Titania, con voz firme que emanaba de la autoridad de una profunda sabiduría—. La verdadera grandeza no está en la gloria personal, sino en el trabajo en común y la consideración por todos los que colaboran en un mismo proyecto. El afán de notoriedad sin respetar los derechos de los demás aboca a un engañoso éxito. Mira esta piedra de ámbar. Tócala y fíjate en las consecuencias de tu actitud.

Akisteo, frustrado por la falta de elogio, se acercó de mala gana.

—¿Qué absurdo ritual es éste?

—Toca esta piedra de ámbar —ordenó Titania—, pero sin soberbia y como un humilde servidor.

Akisteo posó su mano, limpia de tierra, pero manchada de vanidad, sobre la capa dorada del Corazón.

En el instante del contacto, el hada le hizo ver varias escenas: los trabajadores agotados desmayándose por el calor sofocante, la falta de descanso, la lejanía de sus familias. Esta visión le hizo comprender las consecuencias de su ambición desmedida y, por primera vez, sintió una gran pena.

El oro falso que cubría el Corazón se desprendió en motas de polvo que el viento se llevó. El Corazón del Este emitió una onda grata y de color bronce. La energía absorbida por la Llave del Compromiso se manifestó. La cuarta muesca en la varita de Titania se iluminó con la sobriedad del color del atardecer.

Alrededor del oasis, la tierra ajada se volvió verde de inmediato, y el agua salobre se hizo potable y útil para los cultivos. Las huellas del canal que Akisteo había construido se iluminaron con la conciencia de la deuda saldada con sus semejantes y la tierra que renacía fértil de nuevo.

Akisteo retiró la mano, pálido. Por primera vez, en lugar de admirar su estatua, reconoció el deplorable estado de sus trabajadores famélicos y derrengados. Su sincero arrepentimiento lo había obligado a ver el coste real de su insustancial éxito.

—Yo... yo he pretendido demasiado— murmuró apesadumbrado. Su arrogancia había desaparecido.

—Has encendido la magia, Akisteo —dijo Titania—. El Corazón exige que el vínculo sea respetado. El primer paso para tu restauración personal es la gratitud y el reconocimiento justo de lo que puedes tomar.

Titania, sintiendo el cuádruple acierto de la Arborigenia, sonrió. Le quedaba solo un corazón. El mapa de musgo señalaba el Sur, un lugar de montañas altas y nieblas densas donde la Negligencia y la Indolencia podían ser los últimos desafíos.

Mientras el hada se elevaba hacia el inminente crepúsculo, ahora se sentía protegida por el equilibrio de las virtudes halladas en los cuatro corazones: Humildad, Solidaridad, Generosidad y Arrepentimiento.

 

 

*Autores: Nelaery & Salva Carrion

 

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Comentarios +

Comentarios6

  • Nelaery

    El reconocimiento del trabajo ajeno es necesario.
    🦋🦋🦋

  • El Hombre de la Rosa

    Hermoso y genial tu bello poema estimado poeta y amigo Salva Carrión y Nelaery
    Saludos de Críspulo desde España
    El Hombre de la Rosa

    • Nelaery

      Muchas gracias por tu agradable comentario, Críspulo.
      Saludos.

    • LOURDES TARRATS

      Queridos Nelaery y Salva:

      Tu relato se siente como una fábula necesaria para nuestro tiempo. Bajo la magia y la aventura de Titania late una verdad honda: el éxito que no dialoga con la tierra ni con los otros termina volviéndose estéril. Me conmovió cómo conviertes la soberbia en desierto y el arrepentimiento en agua viva. Es un texto que no acusa, despierta; no impone, enseña. Se lee con el asombro de quien entiende que toda verdadera grandeza nace de la humildad compartida.

      Gracias, amigos, por esta lectura que es enseñanza y fantasía a la vez, y que invita al lector a elevarse.

      Un fuerte abrazo para-ambos.
      -LOURDES

      Poetas somos


      • Nelaery

        Muchas gracias por la profundidad de tu comentario, Lourdes.
        Es como has dicho: la soberbia crea un paisaje desértico, yermo.
        El reconocimiento de que se ha actuado mal, consigue crear agua, el elemento necesario para hidratar la tierra, para disolver el egoísmo.
        Muchas gracias, Lourdes.
        Un fuerte abrazo.

      • JUSTO ALDÚ

        El relato construye una alegoría clara y eficaz sobre los peligros del éxito cuando se desconecta de la ética y del cuidado colectivo. A través de una imaginería fantástica bien sostenida —el desierto, el oro falso, el Corazón de Madera— se denuncia la soberbia como una forma de esterilidad: todo lo que brilla sin reciprocidad termina secándose. Akisteo no encarna la falta de talento, sino el error de creer que el logro individual justifica el sacrificio ajeno y el agotamiento de la naturaleza. Titania, en cambio, funciona como conciencia mediadora: no castiga, revela. El texto acierta al mostrar que la redención no proviene del derrumbe del poder, sino del reconocimiento del daño causado y de la humildad como principio restaurador. La fantasía, lejos de evadir la realidad, la ilumina con una lección vigente: ningún éxito es verdadero si deja desierto lo que toca.

        A veces... y digo a veces porque no siempre se da. Las personas tienden a menospreciar a otras sin siquiera saber quiénes son y porqué hacen las afirmaciones que hacen. Si alguien me habla de edificios y arquitectura, debe saber de eso, lo mejor es prestar atención y contestar lo que sabemos.

        Saludos para ambos.

        • Nelaery

          Así es. Uno de los puntos que hemos intentado enfocar es el del egoísmo y la soberbia. Cómo una persona consigue beneficios sin tener en cuenta el trabajo de los demás, llevándoles a un trabajo agotador.
          Esto se traduce en que se consigue un campo desértico. El hecho de reconocer su fallo, que ha actuado mal con sus trabajadores, hace que aparezca el agua como elemento regenerador.
          Me gustaría explicar porqué hemos elegido la figura del arquitecto.: Nos fijamos en el faraón Amenothep III, famoso por mandar construir grandes palacios y templos y por crear fabulosas estatuas como obra y gloria de sí mismo, en una época considerada próspera en la historia de Egipto.
          Muchas gracias por tu acertado comentario, Justo.
          Saludos.

          • Nelaery

            Quería corregir el nombre del faraón Amnehotep III o Amenofis III.
            Muchas gracias.

            • JUSTO ALDÚ

              Ahhhh, sip... Tienes toda la razón en ese sentido. Yo lo veía más actual. Luego te explico, voy a bajar con el bebé 😊

              • JUSTO ALDÚ

                Listo. fue rápido. La razón de mi comentario no tiene nada que ver con el faraón. Que en verdad mandaban a construir esfigies para su "supuesta" inmortalidad. Yo me refería a que muchas veces se me cuestiona por esto o por aquello cuando lo que yo escribo forma o formó parte de mis estudios y mi práctica como profesional sin siquiera un sustento, entonces piensan que yo escribo por escribir y no me apoyo en conocimientos o referencias anteriores. Yo suelo respetar opiniones, pero hay cosas muy puntuales, casi axiomáticas. Es a eso lo que me refiero.
                Muchas gracias Nelaery

                • Nelaery

                  Yo creo que lo que escribes tiene una base, que te expresas con conocimiento del tema que trates, porque das las explicaciones oportunas.
                  Sí es cierto que, a veces, podemos interpretarlo de forma diferente pues cada persona tenemos distintas percepciones.
                  Muchas gracias por esta aclaración, Justo.
                  Un abrazo y otro para tu bebé.

                • Javier Julián Enríquez

                  Muchas gracias, Nelaery y Salva Carrión, por este bello relato, que constituye una alegoría sobre la vanidad y sus consecuencias, presentada a través de una narrativa que fusiona elementos ficticios con una profunda reflexión filosófica. El relato, con su lenguaje evocador y simbólico, nos invita a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la grandeza. Esta no reside en la ostentación ni en la acumulación de logros individuales, sino en la humildad, la solidaridad y el respeto por el entorno y aquellos que contribuyen al proyecto común. En este sentido, el relato presenta una reflexión sobre la soberbia que puede acompañar al éxito, despojado de la virtud. Así, Titania, en su travesía, personifica la búsqueda de la armonía, toda vez que desafía la egolatría en la región del egoísmo. Por su parte, Akisteo, el arquitecto, representa una aspiración desmedida, que erige un monumento a su propia vanidad, sin tener en cuenta la reciprocidad con la naturaleza y el bienestar colectivo. Por lo que la intervención de Titania, mediante la llave del compromiso, revela la necesidad de humildad y solidaridad, desmantelando de esta forma la falsa gloria y restaurando el equilibrio. Así las cosas, el arrepentimiento de Akisteo, motivado por la observación de las consecuencias de sus acciones, representa la búsqueda de redención y la comprensión de la verdadera magnitud, fundamentada en la gratitud y el servicio.
                  Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio

                  • Nelaery

                    Buenas noches, Javier Julián. Es como lo has analizado.
                    La grandeza no se encuentra en los grandes hechos, ni en la soberbia de demostrar enormes proezas. Se encuentra en las pequeñas actitudes que ayudan a todos los individuos, en la humildad de admitir la importancia de los demás en lograr un objetivo común.
                    El egoísmo produce en este relato una tierra yerma, árida y su antítesis es la generosidad acompañada de humildad, que atrae el agua que riega la tierra y la vuelve fértil.
                    Titania consigue hacer ver a Akisteo lo negativo de su actitud y de las consecuencias producidas por su egolatría.
                    El arrepentimiento de este hace fluir el río nuevamente volviendo la tierra inhóspita en un vergel.
                    Muchas gracias por tu profundo comentario.
                    Un cordial saludo y un fuerte abrazo para ti, también.

                  • Salva Carrion

                    Hola a todos.
                    Hace unos días me operaron los ojos de cataratas. Todavía no veo bien. El postoperatorio requiere un tiempo de adaptación.
                    Disculpad que no responda a vuestros comentarios.
                    Mi compañera Nelaery lo hace en nombre de ambos.
                    Gracias por vuestra atención.

                    • Carlos Eduardo Antoine

                      Mi amigo, gota a gota, verá perfectamente, hoy la cirugía laser es precisa. Le deseo que vea muy bien, hay un período exacto de postoperatorio.
                      Le deseo una feliz navidad, que todo sea amor esa noche.
                      Un abrazo Capitán poeta

                      • Salva Carrion

                        Gracias, amigo poeta Carlos.
                        No es cirugía láser. Me extirparon los dos cristalinos y me reinsertaron sendas lentes artificiales en su lugar.
                        Aunque todavía no veo bien, ya no necesito usar gafas.
                        Leo y escribo con dificultad. Dos meses más y ya podré leer y escribir con normalidad.
                        Un abrazo.
                        🧉🧉



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