Contemplo el vaivén del mar inconstante,
como el espejo fiel de mi existencia:
ora calma sublime en su presencia,
ora furia que emerge amenazante;
no busco las alturas del gigante
pino que desdeña con vehemencia
al viento, ni la humilde permanencia
del musgo en roca gris y vacilante.
En medio del camino hallo sosiego,
donde la dicha y pena se entrelazan
como danza de sombra con el día;
ni me exalta el dulzor del blando ruego,
ni las penas del mundo me embarazan:
en el justo equilibrio está mi guía.
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Autor:
Javier Julián Enríquez (
Offline) - Publicado: 13 de diciembre de 2025 a las 20:54
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2

Offline)
Comentarios1
Amigo Javier Julian:
Has logrado un soneto de notable madurez intelectual y ética. El mar, como eje simbólico, no solo refleja la oscilación de la existencia, sino que articula con claridad una postura filosófica serena: la elección consciente del equilibrio frente a los extremos. Tu voz dialoga con la tradición clásica sin imitarla, y la actualizas desde una sensibilidad íntima y reflexiva.
La solidez formal acompaña al pensamiento sin imponerse, y cada imagen cumple una función meditativa precisa. El cierre, sobrio y convincente, deja la impresión de una conciencia reconciliada con la complejidad de vivir. Este poema, amigo Javier Julián, que no busca deslumbrar, sino afirmar una sabiduría interior auténtica.
Un fuerte abrazo y gracias por compartir.
—LOURDES
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