Una vez soñé que tenía un barrilete,
que volaba muy cerquita del cielo.
Mas el hilo se terminaba en el rodete,
y sin soltarlo llegué con él hasta el firmamento.
Llegamos más allá de las nubes,
más allá del ocaso y del universo,
y conocer a Dios el día de su descanso pude.
Tomó mi mano y me llevó de paseo.
-Mira –me dijo, y me mostró el día y sus luces,
el mar como una hoja de plateado acero,
los peces en su seno viajando en cardumen.
-Mira –me señaló con el índice de su dedo,
y vi un verde prado que no concluye,
sembrado de esmeraldas bajo la luna como espejo
con una lluvia en hebras que se diluye
y pájaros alabando celeste milagro a lo lejos.
-Mira – señaló con mano que todo construye
y orgulloso mostró la obra de su día sexto.
Era el hombre y su mano que todo destruye.
Con guerras enlutaba el cosmos eterno,
con pecados rompía la alianza que lo une,
que lo une a ese dios poderoso y bueno
que le dio un paraíso para que disfrute.
-Todo será tuyo –me dijo, serás rey de toda mi creación,
serás mi mano derecha y mi hijo,
no te detendrá la frontera de ninguna nación.
Dicho esto desperté sin cobijo,
fui enviado al mundo de la confusión.
cuando desperté… en un pesebre había nacido…
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Autor:
Elhen Amorado de Lahvida (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 10 de diciembre de 2025 a las 19:12
- Comentario del autor sobre el poema: Creó todo en seis días, el séptimo descansó porque creyó su obra culminada. Pero el octavo tuvo que poner de nuevo manos a la obra porque lo que había creado, se estaba destruyendo de la mano de la que creyó su obra maestra. Entonces tuvo que mandar su hijo con su espíritu a solucionarlo.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: racsonando, Poesía Herética

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