Una vez soñé que tenía un barrilete,
que volaba muy cerquita del cielo.
Mas el hilo se terminaba en el rodete,
y sin soltarlo llegué con él hasta el firmamento.
Llegamos más allá de las nubes,
más allá del ocaso y del universo,
y conocer a Dios el día de su descanso pude.
Tomó mi mano y me llevó de paseo.
-Mira –me dijo, y me mostró el día y sus luces,
el mar como una hoja de plateado acero,
los peces en su seno viajando en cardumen.
-Mira –me señaló con el índice de su dedo,
y vi un verde prado que no concluye,
sembrado de esmeraldas bajo la luna como espejo
con una lluvia en hebras que se diluye
y pájaros alabando celeste milagro a lo lejos.
-Mira – señaló con mano que todo construye
y orgulloso mostró la obra de su día sexto.
Era el hombre y su mano que todo destruye.
Con guerras enlutaba el cosmos eterno,
con pecados rompía la alianza que lo une,
que lo une a ese dios poderoso y bueno
que le dio un paraíso para que disfrute.
-Todo será tuyo –me dijo, serás rey de toda mi creación,
serás mi mano derecha y mi hijo,
no te detendrá la frontera de ninguna nación.
Dicho esto desperté sin cobijo,
fui enviado al mundo de la confusión.
cuando desperté… en un pesebre había nacido…