Despojado de todo miedo, de toda vacilación.
Con el corazón latiéndome a la altura de la garganta,
y las palmas bañadas en sudor, alcancé tu entrada.
Mi mano se detuvo en el aire al escuchar tu risa.
Oí la plenitud, la dicha en tu voz,
y allí, en ese instante, entendí que no te hacía falta, que tu vida fluía sin la mía.
El latido se hizo pausa. Y de la pausa nació una paz dulce, la alegría de saberte en paz y sonriente.
Me retiré en silencio, sin que tu alma sospechara que te había buscado.
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Autor:
Loco De Amor (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 8 de diciembre de 2025 a las 14:31
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 4

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