Marvin Ramirez

Tan Cerca y sin embargo tan lejos

Despojado de todo miedo, de toda vacilación.

 

Con el corazón latiéndome a la altura de la garganta,

y las palmas bañadas en sudor, alcancé tu entrada.

​Mi mano se detuvo en el aire al escuchar tu risa.

Oí la plenitud, la dicha en tu voz,

y allí, en ese instante, entendí que no te hacía falta, que tu vida fluía sin la mía.

 

​El latido se hizo pausa. Y de la pausa nació una paz dulce, la alegría de saberte en paz y sonriente.

 

​Me retiré en silencio, sin que tu alma sospechara que te había buscado.