El matador pasa y dice:
“¡Acacia, qué roja estás!”
Ella tiembla y se sonríe,
como quien sabe de más.
“Pareces capa en el viento,
Veronica en la arena.”
La acacia mueve su aliento
y le despeina la pena.
“Hoy haré faena fina,
capeo leve, sin herir.”
La acacia, toda divina,
se contenta en su vivir.
Y el matador, tan poeta,
se aleja con su alegría:
“Si triunfo, acacia coqueta,
¡me guardas la valentía!”.
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Autor:
Gusechag (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 5 de diciembre de 2025 a las 14:18
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2

Offline)
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