Gustavo Echegaray

El marador y la acacia

El matador pasa y dice:

“¡Acacia, qué roja estás!”

Ella tiembla y se sonríe,

como quien sabe de más.

 

“Pareces capa en el viento,

Veronica en la arena.”

La acacia mueve su aliento

y le despeina la pena.

 

“Hoy haré faena fina,

capeo leve, sin herir.”

La acacia, toda divina,

se contenta en su vivir.

 

Y el matador, tan poeta,

se aleja con su alegría:

“Si triunfo, acacia coqueta,

¡me guardas la valentía!”.