Siempre he confesado que escribo por pura rebeldía, y es cierto. También porque uno lucha para que los recuerdos de un tiempo, de una época y hasta de un momento de vida que, en mi caso, considero de sumo interés, no mueran con el paso de los años, no mientras estemos aquí. Decía John Lenon que “La vida es todo lo que nos ocurre mientras estamos aquí”, podría ser. Pero también uno intenta, y quiere, que mientras estamos aquí todo lo que suceda sea compartido: lo entiendo como añadir vida a la vida. Ayer, una persona a la que aprecio infinito a pesar de que en los últimos años no estamos tan en contacto (pero ahí seguimos) me comentó sobre algo que escribí acerca de un lugar reflejado en una acuarela que pinté; comentaba, yo, acerca del nombre de la calle ahí dibujada en la que yo nací y que no era oficial porque en aquellos años las calles no tenían nombre y sí que era conocida por el nombre de: “La calle de los ataúdes” Escribir de un tiempo de vida – en este caso y de este tiempo, de entre los cuatro y nueve años - llevo escribiendo desde los 17 años – es una necesidad emocional porque es un tiempo de suma importancia para mí por los hechos que ocurrieron y cómo ocurrieron en mi entorno; recordar, ahondar, escribir y guardar para la memoria sobre estos hechos supone para mí un desahogo al que llamo Felicidad por lo que me aportan.
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Autor:
Nkonek Almanorri (
Offline) - Publicado: 26 de noviembre de 2025 a las 16:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 25
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Freddy Kalvo, MISHA lg, ElidethAbreu

Offline)
Comentarios7
Quien escribe,
la historia revive.
Solo tiene que contarla
para nunca olvidarla.
Un abrazo fraterno.
Agradezco su presencia en mi espacio, de verdad. Escribimos, escribo, para tener siempre conciencia íntima de quién soy, es, como digo: Un desahogo llamado Felicidad. Gracias.
bellos recuerdos que merecen ser escritos para que no pase al olvido
gracias por compartir
besos besos
MISHA
lg
Gracias Misha Ig por tu presencia. En cierto modo y de alguna manera, somos lo que escribimos. Gracias.
Querido Nkonek, no dejes de de escribir sobre tus recuerdos y tu presente. Un amor que ha nacido en tu edad temprana por las letras, la cultura, la historia merece ser grabado para la posteridad en blanco, negro o a color.
Me fascina tu narrativa y el enfoque que das al felicidad.
Recibe mis afectos y abrazos.
Llevo haciéndolo décadas y es lo que me libera de muchas otras cosas entre éstas la de no ser parte de una realidad cada vez más compleja. Gracias por tus palabras.
Querido amigo Nkonek,
Tu reflexión me toca porque habla de algo que, de una forma u otra, nos atraviesa a todos: somos un tejido de experiencias, una suma de luces y sombras que no siempre elegimos, pero que inevitablemente nos conforman.
La personalidad —dicen los psicólogos— empieza a forjarse en los primeros siete años de vida. Y es allí donde muchos de nosotros guardamos cicatrices tan profundas que, para sobrevivir, hemos debido enterrarlas bajo capas de silencio. Lo doloroso suele hundirse para que el niño pueda seguir respirando; lo bello, en cambio, emerge más fácilmente, porque el alma también sabe protegerse buscando su propio respiro.
Quizá por eso me identifico con lo que cuentas: uno escribe para no permitir que ciertos fragmentos mueran, pero también para sanar lo que permanece oculto. En mi caso, las imágenes que pinto —igual que los poemas— son como lienzos de memoria. A veces brotan colores vivos, casi celebratorios; otras, en cambio, surge algo tan oscuro o tan “mórbido”, que prefiero esconderlo y no exhibirlo, porque muestra un dolor que aún pulsa demasiado cerca de la piel.
Comparto contigo la idea de que escribir es un acto de rebeldía —y también de fidelidad a uno mismo. Pero, sobre todo, creo que es un modo de elegir qué parte de nuestra historia vale la pena seguir alimentando. Las sombras están ahí y no se borran; pero no todas merecen ocupar el centro de nuestro presente. A veces la verdadera resistencia consiste en aferrarnos a aquello que todavía nos hace bien, por pequeño o frágil que sea.
Gracias por compartir tu memoria con tanta honestidad. Leer tus palabras es, siempre, una invitación a mirar más hondo.
Con afecto y respeto, y un abrazo,
—LOURDES
Gracias por tu opinión, repito: siempre certera y enriquecedora. Comparto todas tus apreciaciones, gracias.
Gracias a ti por compartir, aunque duela, o consuele...
Un abrazo,
-LOURDES
Oiga, y usted, de casualidad, ¿practica la poesía?
Honestamente no. Es un hecho que, salvo rarísima excepción, nunca he practicado.
Vaya. Increíble. ¿Y por qué no?
El ejercicio de escribir es 'atención' pura. Es decir, el observador y lo observado. No en una dicotomía, sino que en una amalgama; pues, en el ejercicio de escribir: 'el observador' y lo 'observado' son la misma cosa. A través de este oficio es posible reconciliar aquellas dudas, temores, contradicciones, alegrías... nuestras que edifican la memoria.
Reciba mi respeto y admiración.
Ya que ha aludido a la 'rebeldía' me gustaría compartirle lo siguiente:
DE LA REBELDÍA
la rebeldía motiva al cuestionamiento, estimula la autonomía y, sobre todo, rechaza una obediencia ciega.
En otras palabras: la rebeldía es la impostura al monopolio. Un monopolio que subrepticiamente impera en la injusticia e iniquidad.
La rebeldía es pues, el último salvavidas a quien ha decidido conocer nuevos horizontes que habrán de guiarlo a la autenticidad de su vida.
Huelga decir que, ser rebelde no significa: estulticia, insolencia, salvajismo e irreverencia; sino que nuestra disposición (docilidad) y entrega a la lucha verdadera (la de nosotros) por la justicia y el pan de nuestros hermanos.
De nuevo: reciba mi respeto y admiración.
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