Escudo.

Stanley Herrera

Vida… te hablo sin máscaras.

Ni poesía, ni adornos.

Solo la voz de un hombre que ha cargado más sombras que luz.

 

Crecí contigo a golpes. Me enseñaste temprano que nada se regala, que todo lo que uno toca puede romperse, y que a veces uno también se rompe en el proceso. Caminé con heridas abiertas, con culpas que nadie vio, con errores que me cambiaron la forma de respirar. Y aun así, seguí… no por valentía, sino porque no quedaba otra opción.

 

Me diste días buenos, sí… pero también noches largas, silencios que gritaban y decisiones que me pasaron factura. Me hiciste perder a gente que jamás volverá y me dejaste cicatrices que ni el tiempo ni la fe han podido borrar.

 

Hoy no te escribo para llorarte, sino para hablarte de frente:

no fui el mejor hombre, pero tampoco el peor.

Fui lo que pude ser con lo que tenía.

Y cada caída, cada error, cada golpe… me hizo más duro, más consciente, más real.

 

Si este es el final de mi camino contigo, que quede claro:

No te debo nada y no te reclamo nada.

Me voy con las marcas, con los fracasos, con los sueños rotos… y con la poca gloria que alcancé.

 

Y si todavía me queda un tramo más, lo caminaré igual:

con los puños apretados, la mirada firme y esa rabia silenciosa que me ha mantenido vivo más de una vez.

 

Pero hoy, vida…

hoy te digo sin miedo:

siempre fuiste oscura, y aun así te enfrenté como un hombre.

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.