No escribo para adornar las ruinas,
ni para robarle belleza a la herida.
Escribo porque la palabra,
cuando sangra con raíz y con estrella,
no necesita permiso.
Porque un país pequeño no es un país débil,
es un volcán que aprendió a respirar lento,
es un tambor cubierto de mar y memoria
que calla cuando ama
y ruge cuando intentan vender su alma.
El gigante,
ese que al principio parecía un dios,
es solo un comerciante con capa de profeta.
Tenía oro en la lengua
y cláusulas en los ojos,
pero no supo ver
que aún queda magia en los pueblos,
que recogen las migas del trueno
y hacen con ellas un pan que canta.
Escribo
como quien enciende una vela
en el vientre de la noche
para decirle a los que vendrán:
Aquí hubo luz.
Aquí hubo furia.
Aquí hubo amor por la justicia.
Aquí la libertad no se vendió.
Aquí la palabra no se rindió.
Y si mañana el coloso regresa
con nuevos trajes y nuevas promesas,
que encuentre este canto clavado en la tierra,
como un relámpago que eligió no irse,
como un tambor que no aceptó la mordaza.
Porque la poesía no es solo para decir,
es para despertar.
Y yo he despertado.
Y tú también.
Y el país que amamos…
JUSTO ALDU © Derechos reservados 2025
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Autor:
JUSTO ALDÚ (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 22 de noviembre de 2025 a las 15:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: Gustavo Affranchino, Tommy Duque, Hernán J. Moreyra

Offline)
Comentarios1
¡Me encantó, me encantó!
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