TRISTE NIÑEZ

Jose de amercal

Mi niñez, tranquila, a ratos sombría,

fluyó en un pueblo, lejos del clamor,

entre el suave susurro que se extingue y espía

y el triste lamento de un viejo tambor.

 

El río me daba su hálito sereno,

el bosque, la paz de su eterna sombra,

los cuentos de mi abuela, un mágico trueno,

y el ocaso, una nostalgia que asombra.

 

En la clara mañana, al abrir mis ojos,

oía el cantar de los pájaros rojos,

y luego el aroma a tierra mojada,

y aquello que sentí, aún en mí mora;

 

Mi niñez, un jardín de sueños callados,

floreció en un rincón, lejos del bullicio,

donde el viento tejía versos alados

y un río murmuraba un suave juicio.

 

La montaña me daba su fuerza serena,

el cielo, su inmensidad azul y clara,

el abrazo de mi abuela, amor que llena,

y el vuelo de las aves, nostalgia rara.

 

En la mañana clara, al abrir los ojos,

sentía el dulce aroma de la tierra,

y el eco de leyendas y despojos

que el bosque contaba en su eterna guerra.

 

Mi abuelo era silencio, mi abuela era calma,

Mi abuelo era ausente, mi abuela era llorona,

y el arte de reír, nadie me lo explicaba,

Y la alegría nunca me fue enseñada.

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