La pantalla me mira
como un ojo sin párpado,
siempre despierto,
siempre ajeno.
En este cuarto sin viento
la luz azul respira por mí,
me toma el pulso
con su frío interminable.
Miles de voces me rozan
sin tocarme;
son sombras que hablan
desde cavidades eléctricas,
ecos que prometen presencia
pero solo ofrecen brillo.
La soledad digital
no hace ruido:
se instala,
se filtra,
se enreda en el gesto inmóvil
de un pulgar que desliza
como quien busca
un latido extraviado.
Y, sin embargo,
hay un temblor antiguo
que sobrevive:
una grieta tibia
que recuerda la textura
de un abrazo,
el olor del mundo,
el peso real de un nombre.
Quizás un día
apagaremos estas lunas de vidrio
para volver a buscarnos
con la piel encendida,
sin algoritmos,
sin máscaras,
sin el silencio brillante
de esta vasta multitud
que nunca está.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025
-
Autor:
JUSTO ALDÚ (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 16 de noviembre de 2025 a las 07:16
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1

Offline)
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