La sombrilla me asombró,
esa, la que estaba detrás tuya
—se dice, de ti—, y casi arranca
da de los vientos, yéndose iner
te hacia la masa de agua, al lado,
como aledaña, vecina en una mu
chedumbre de ellas, en una costa
levantina, cerca de una población
populosa, de madrileños abarrota
da, de domingueros con tortilla y
sandía, y la sombrilla era estrafa
laria, daba el cante entre tanta jun
ta como si fuera Camarón; fea no,
lo siguiente...
El viento daba fuerte, el día solea
do, de un sol picante como granos
de arena que acabaran en punta,
y la gana de bañarse ninguna, los
naipes para entretener la caída de la
tarde, unos cubatas para mojar los ca
cahuetes y otros frutos secos, risotadas
entreveradas entre algún que otro lan
ce, un arrastro en copas, algún que otro
me cago en los muertos se escapaba de
entre alguna que otra boca, frustrada,
como notariando la escasa pericia de al
guno que otro, y yo, pequeño todavía, es
pectador de excepción, en primera fila de
una película de época, no acababa de ente
nder algún que otro lance del juego, algun
a que otra expresión del elenco de ellas que
al aire y en el aire se acumulaban, y mi her
mana, cómplice de mi perplejidad, me adv
ertía del vuelo de la sombrilla, estrafalaria,
fea no, lo siguiente, y la carrera del propiet
ario en pos de ella todo un poema.
Me asombró sí, su colorido como de merca
dillo barato, como robada de un montón
de ellas en unas rebajas, y salió volando, a
lejándose de una muchedumbre que la ator
mentaba —quiero entender—, y que, aún a
costa de su vida, decidió hundirse en el agua,
dejarse ahogar; y es que no superó una claus
trofobia no, persistiendo, bien curada antaño,
cuando aún pequeña, en Cádiz, por mor de un
mal levante, en Conil, una tarde...
-
Autor:
Albertín (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 10 de noviembre de 2025 a las 07:39
- Comentario del autor sobre el poema: En un instante, el gris del instante se tornó de color, aunque estrafalario —eso sí—.
- Categoría: Fábula
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: Lucía gómez, Mario Rodolfo Poblete Brezzo., Jose de amercal, Mauro Enrique Lopez Z., Poesía Herética, Mª Pilar Luna Calvo, William Contraponto

Offline)
Comentarios1
Buen relato y mejor recuerdo para ti me parece, Albertín
Me gustó.
Lo que no entiendo, y no sé si lo haces adrede, son esos cortes en algunos versos en las palabras finales, en que alguna proporción de la palabra, se queda y otra pasa al verso siguiente, lo que algunas situaciones puntuales o versos específicos tiene sentido, en otros nada que hacer.
Pero un error cómo ese, no es propio de ti ni de tus capacidades, por lo que me cuesta creer que sea casualidad o no puedas con el programa o app en que editas.
Pero, tampoco descarto la posibilidad que sea solo todo lo que mencioné sin más ni menos 🙂
Lo entendí de todas maneras al leer tu publicación de hoy al igual que la de ayer, que me dejó con la misma intriga o curiosidad.
Gran abrazo, Albertín.
Mario Poblete Brezzo.
Lo hago queriendo, algo así como una licencia poética, como rebelarme ante lo considerado correcto, como diciendo que se trata de escribir como te dé la gana, expresándote completamente, sacando al aire tu locura, tu imaginación, libre... Gracias por tu comentario, me encanta recibir comentarios así, en los que percibo interés, atención.
Cualquier cosa que se te ocurra acerca de mis escritos te animo a que me la digas. Cuanto más sincero mejor.
P.D. La historia es mentira jaja. Lo único cierto es la tortilla y la sandía en la playa, alguna vez, de pequeño, según recuerdo. Y las playas mías, familiares, son de Huelva y de Cádiz, alguna vez en Málaga, pero nunca en el Levante de España jaja.
Ya me parecía que era con alguna intención, Albertín.
Así será entonces, te comentaré con sinceridad y libertad sin apegarme al manual de comentarios, que alguien me envió por correo y no sé cómo lo consiguió jajajajaja...es entretenido, pero no va conmigo...
Hummm...ya viene el tiempo de las sandías acá, que son exquisitas y mientras más grandes más sabrosas...las pepas son lo único malo, pero que le vamos a hacer...jajajajaj...
Abrazo, Albertín.
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