El llanto de los deudos se fue lejos.
El difunto yace en la sepultura.
¿A dónde fueron llantos y gemidos?
¡A repartirse alegres la fortuna!
El muerto quedó para siempre abajo,
en el hueco silente de la fosa.
Los deudos se disputan el legado
-entre pleitos y empujones, la mofa-.
Triste es el destino de un cementerio:
albergar en su seno las coronas
que el tiempo irá pudriendo sin remedio,
dejándoles marchitas las corolas.
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Autor:
Manuel Valles (
Offline) - Publicado: 5 de noviembre de 2025 a las 02:16
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: Fabio de Cabrales

Offline)
Comentarios1
Vaya, buenas asonancias y buena sátira. Saludos!
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