Manuel Valles

Panteón San Marcos (Pequeña sátira)

El llanto de los deudos se fue lejos.

El difunto yace en la sepultura.

¿A dónde fueron llantos y gemidos?

¡A repartirse alegres la fortuna!

 

El muerto quedó para siempre abajo,

en el hueco silente de la fosa.

Los deudos se disputan el legado 

-entre pleitos y empujones, la mofa-.

 

Triste es el destino de un cementerio:

albergar en su seno las coronas

que el tiempo irá pudriendo sin remedio,

dejándoles marchitas las corolas.