Yo vs. predicador

Demencia otoñal



Hallábame guisando en mi chabola,

cuando un predicador llamó a la puerta

con tales exigencias, que una incierta

dentera estremeció a mi cacerola.

 

Abrí, y sin presentarse con un "hola",

su tono de sermón me puso alerta:

¡Por Cristo que su prédica encubierta

de amor, en el temor se me hizo bola!

 

Pensé en cerrar, mas él, con voz doliente,

me restregaba el credo por la cara

y el caldo se me agrió, me vi impotente.

 

Rendime al fin, sin paz que lo acallara,

y le compré una biblia, fui obediente

¡con tal de que la sopa no se enfriara!

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Comentarios +

Comentarios4

  • Tommy Duque

    Buenísimo tu poema, y relevante ante la surgencia de ciertos elementos en el portal socándonos sus creencias en el galillo.
    Saludos.

  • Alma Eterna

    Muy bueno, un poco de ironía.

    Saludos

  • Alma Eterna

    Muy bueno, un poco de ironía.

    Saludos

  • Antonio_cuello

    Jajaja, encuentro entretenido tu escrito sobre las peripecias que tiene uno que hacer cuando se encuentra con uno de estos personajes que a decir verdad se pasan de piña, como decimos por acá.
    Menos mal, mi estimado poeta, que fuiste recursivo y no dejaste enfriar tu sopa
    Saludos y un abrazo grande



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