Hallábame guisando en mi chabola,
cuando un predicador llamó a la puerta
con tales exigencias, que una incierta
dentera estremeció a mi cacerola.
Abrí, y sin presentarse con un "hola",
su tono de sermón me puso alerta:
¡Por Cristo que su prédica encubierta
de amor, en el temor se me hizo bola!
Pensé en cerrar, mas él, con voz doliente,
me restregaba el credo por la cara
y el caldo se me agrió, me vi impotente.
Rendime al fin, sin paz que lo acallara,
y le compré una biblia, fui obediente
¡con tal de que la sopa no se enfriara!
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Autor:
Demencia otoñal (
Offline) - Publicado: 4 de noviembre de 2025 a las 08:28
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque, Alma Eterna, Antonio_cuello, Mauro Enrique Lopez Z., JoseAn100, Mael Lorens

Offline)
Comentarios4
Buenísimo tu poema, y relevante ante la surgencia de ciertos elementos en el portal socándonos sus creencias en el galillo.
Saludos.
Muy bueno, un poco de ironía.
Saludos
Muy bueno, un poco de ironía.
Saludos
Jajaja, encuentro entretenido tu escrito sobre las peripecias que tiene uno que hacer cuando se encuentra con uno de estos personajes que a decir verdad se pasan de piña, como decimos por acá.
Menos mal, mi estimado poeta, que fuiste recursivo y no dejaste enfriar tu sopa
Saludos y un abrazo grande
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