Si el solfeo es la manecilla del reflejo,
la comprensión reposa en el cristal de la probeta.
Navega entre oscuridades sílfides hacia un mar remoto,
y en el fondo duerme, peliaguda y bella,
una orquídea en el cenagal.
Si la partitura grabada engendra
medusas de un naufragio onomástico,
el hallazgo de la opacidad se arquea
sobre esta mitosis de congoja:
mi manto se colma, lento, de panes sin sabor,
de un leve temblor de vidrio en la garganta.
Ramilletes de oro calado del ayer,
muros sobre el mal, ritmo incandescente.
Ahora hay un rostro —un silencio hablado—,
malherido de reclamos, que me ruega.
El mundo lo reconoce — espacio frío —
y se pierde más allá de los límites de su voz.
Ivette Mendoza Fajardo
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Autor:
Ivette Mendoza Fajardo (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 2 de noviembre de 2025 a las 12:39
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: JUSTO ALDÚ

Offline)
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