Abismal (soneto)

Fabio de Cabrales

Reposado, mi cuerpo va y suspira con vívidas penas
por tu tez coralina, por tus ojos de estrella abismal,
por tus manos que ponen en mi pecho preciosas cadenas,
por tu risa que suena como el trino de un ave fatal.

En tu extensa marea voy perdido al buscar las arenas
de tus labios rojizos con veneno endulzado y mortal.
Solas van mis ideas, y al sentir tu presencia, mis venas
se me encienden en breve con un ritmo sangriento y brutal.

Y te busco y te pierdo, mientras pienso en sentir tu dulzura
encendiéndome en besos y fundiendo en crisol mi amargura
mientras veo tus ojos de altanero y fulgente color.

¡Oh, mi hermosa doncella! Ya deseo enredarme en tus brazos,
hecho escombros ardientes, ahogado en gloriosos pedazos,
y sentir en tu pecho tus latidos ardiendo de amor.

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Comentarios2

  • Javier Julián Enríquez

    Muchas gracias, Fabio, por este bello soneto, en el cual es posible vislumbrar una exploración profunda de la pasión y el deseo, donde el yo lírico parece encontrarse cautivado por la belleza y el influjo de la persona amada. En tal sentido, la descripción de la «tez coralina» y los «ojos de estrella abismal» sugiere una idealización romántica, mientras que las «manos que ponen en mi pecho preciosas cadenas» podrían simbolizar una conexión emocional profunda. Así las cosas, la dualidad inherente al amor se manifiesta en la antítesis entre la dulzura y el veneno, la búsqueda y la pérdida. En esta línea, el poema culmina en un anhelo de fusión, donde el yo se entrega a la persona amada, toda vez que busca la aniquilación en un abrazo que trasciende la amargura.
    Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio

  • JUSTO ALDÚ

    Es un torbellino de pasión romántica y desbordada intensidad. El yo lírico se consume en la belleza de la amada, atrapado entre el goce y la condena del deseo. Con imágenes poderosas —veneno endulzado y mortal, risa de ave fatal—, el poeta recrea el antiguo arquetipo del amor que eleva y destruye, que cautiva con la misma fuerza con la que hiere. La musicalidad clásica de los versos y su cadencia casi litúrgica convierten el sentimiento en rito. Es una oda al amor arrebatado, ese que no se razona, solo se vive con el cuerpo en llamas y el alma rendida.

    Saludos



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