A medio gesto

LOURDES TARRATS


AVISO DE AUSENCIA DE LOURDES TARRATS
Queridos amigos de la palabra:
Durante unos días el murmullo de mi pluma quedará en silencio.
La casa se llenará de voces queridas, risas antiguas y abrazos que cruzan distancias; es tiempo de compartir el fuego de la navidad con la familia que llega —como los buenos versos— después de una larga espera.
Me ausento por unas tres semanas, pero no del todo: mi alma quedará entre ustedes, escuchando en silencio la música de sus poemas. Los voy a extrañar… muchísimo. Extrañaré el arte, la sensibilidad, la complicidad invisible que nos une en este rincón de letras.
Volveré, con el corazón renovado, y la gratitud encendida.
Hasta pronto, los quiero a todos.
—LOURDES

POETAS SOMOS

 

Todos los jueves, a las tres en punto, era la cita. Cuatro horas antes de salir de mi casa, comenzaba con el afán de arreglarme para lucir atractiva. Cosas que hacemos nosotras las mujeres. La regadera, las cremas de cuerpo, el perfume, cepillar el cabello, maquillaje... Nunca se me había ocurrido que le prestaba más atención a mi vanidad como el día jueves.

Pero no era solo vanidad. Era una inquietud sutil, un cosquilleo en la boca del estómago. Como si dentro de mí convivieran dos versiones de la misma mujer: la paciente, que debía hablar de su ansiedad y sus miedos con su terapeuta, y la otra, que solo quería ver si él notaba el brillo de mis labios o el detalle en mis aretes. Me sentía absurda a veces, pero igual repetía el ritual, jueves tras jueves.

Y, sin embargo, ese jueves fue distinto. Desde que entré al consultorio noté algo extraño. Él no me miró como siempre. Ni una sonrisa, ni ese gesto con la cabeza con el que solía invitarme a pasar. Solo señaló el sillón con la mano, sin decir palabra. Su mirada, que antes era cálida y contenida, tenía ahora una capa de distancia. Como si entre los dos se hubiera levantado un vidrio grueso, imposible de romper.

—Esta será nuestra última sesión.

Mi corazón dio un salto, uno seco, que no sube ni baja, solo se queda detenido, como una piedra flotando en el pecho.

—¿Por qué? —alcancé a decir—. ¿Acaso ya estoy curada?

No intenté ocultar la ansiedad en mi voz. Él lo notó, claro que lo notó.

Bajó la mirada, apoyó los codos sobre sus rodillas, entrelazó los dedos. Era la primera vez que lo veía tan humano, tan frágil. Noté en sus ojos de azul cristalino una tormenta contenida, como si detrás de esa serenidad aprendida habitara un hombre que había estado oculto hasta hoy. Había tristeza, sí. Pero también algo más. Una culpa luminosa. Un deseo contenido. Y yo, como una idiota, no podía dejar de mirar.

Sentí que el aire se espesaba. Me quedé inmóvil, como si cualquier movimiento pudiera desatar algo que no sabría contener.

—Creo que no estás entendiendo —añadió, casi leyéndome el pensamiento—. No eres tú. Soy yo el que... —hizo una pausa, respiró hondo—. El que cruzó una línea, al menos internamente. Hace semanas que lucho con esto. Al principio pensé que era una admiración, algo pasajero. Pero no lo es.

Levantó la mirada. Esta vez, como antes. Pero distinta. Más intensa. Más peligrosa.

—No puedo seguir siendo tu terapeuta. No cuando cada jueves, antes de que llegues, me descubro esperándote con una ansiedad impropia de mi profesión. No cuando me doy cuenta de que, sin querer, comencé a desear que no hablaras solo de tus problemas, sino de tu vida… de tu mundo, de tus ganas. De mí.

Me quedé aturdida. Las palabras me flotaban alrededor, como si no quisieran entrar del todo. Y entonces lo supe. Lo supe porque comencé a recordar cómo también yo, todos los jueves, me volvía inquieta desde temprano. No solo por lo que iba a decir. Sino por el momento exacto en que oiría tu voz pronunciar mi nombre, por ver ese gesto leve de tu sonrisa al saludarme.

Esos labios. Aquellos labios que, sin yo saberlo hasta ahora, hubiera querido alcanzar con los míos. Como si un beso pudiera romper lo que ya se había roto dentro de mí hace tiempo.

Tragué saliva. Mis manos temblaban un poco, pero no las oculté. El seguía mirándome, esperando —o tal vez temiendo— lo que iba a decir.

—Yo también —susurré—. No sé desde cuándo exactamente, pero sé que empecé a arreglarme para ti. Que hablaba más de lo necesario para quedarme unos minutos más. Que pensaba en tus silencios después de las sesiones, como si fueran mensajes escondidos. Que deseaba que me vieras… no como paciente, sino como mujer. Como esta mujer que soy ahora mismo, frente a ti.

Silencio. Un instante suspendido entre lo que queríamos hacer y lo que no debíamos permitirnos.

—Gracias por decírmelo —dijo al fin, con una voz baja, quebrada por dentro—. Pero si alguna vez volvemos a encontrarnos, que no sea aquí. Ni tú como paciente. Ni yo como terapeuta.

Se levantó, caminó hacia la puerta del consultorio y la abrió. No me apuró. Solo esperó.

Yo también me puse de pie. Hubo un momento, diminuto y eterno, en que nuestras miradas se encontraron y ninguno apartó la vista. Solo una mirada. Pero fue suficiente para saberlo todo.

Crucé la puerta.

Y justo antes de que se cerrara detrás de mí, deseé —con toda mi vida y toda mi verdad— que se atreviera a detenerme. Que dijera algo, lo que fuera. Pero no lo hizo. Y yo tampoco.

Porque a veces, lo que más deseamos es lo que no debe ocurrir.
Y lo que no ocurre… es lo que nunca se olvida.

—L.T.
10/27/2025

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Comentarios +

Comentarios12

  • Salvador Santoyo Sánchez

    De manera magistral nos narras una situación más común de lo que se cree.
    Y no sólo ocurre en los consultorios psicólogos; también en cualquier tipo de consulta o entrevista entre dos personas..

    Te felicito por este tema tan interesante y sobre todo por la genialidad en que lo vas mostrando.
    Saludos estimada escritora y poetisa Lourdes Tarrats.
    👍👋👋👋

    • LOURDES TARRATS

      Amigo Salvador,
      Gracias por leer con tanta profundidad.
      Aprecio tu comentario y quedo agradecida.
      Saludos.
      -LOURDES

      • Salvador Santoyo Sánchez

        ✅✅✅

      • Santiago Alboherna

        qué bien escribis, qué buena historia. Lo q más me gusto fue el final inesperado. Placer leerte

        • LOURDES TARRATS

          Amigo Santiago.
          Gracias.
          Tu palabra es luz que abraza,
          como brisa que acaricia el mar.
          Gracias por ver en mi traza
          un final que quiso volar.
          Tu lectura fue regalo,
          tu sentir, un dulce altar.
          Que sigamos, verso a verso,
          descubriendo lo inesperado.
          Un abrazo,
          -LOURDES

          • Santiago Alboherna

            🙂

          • Éusoj Nidlaj

            Que bello relato y reflexión final nos dejas, mi querida poetisa. Saludos y abrazos.

            • LOURDES TARRATS

              Muchas gracias amigo de letras,

              Si el relato tocó tu orilla,
              mi verso ya tiene semilla.
              Seguimos, tú y yo, en la danza
              de la poesía que nunca se humilla.
              Petas somos, amigo. Gracias nuevamente. Saludos.
              -LOURDES

              • Éusoj Nidlaj

                😄🖖

              • Alexandra I

                Me encanto tu relato, tan cerca de lo que sucede con mas freuencia de lo que creemos, el sorprendernos pensando de mas y sobre todo intentando atraer con un arreglo especial, maquillaje, ropa, aroma, para esa persona, ese paso dificil, insuperable muchas veces que advierte ...Peligro poner distancia...Porque las consecuencia que vendran y de seguro vendran, son fuertes, se encuentra esa atracción que crece y advertimos que una palabra, un paso mas y??? gracias por compartir, un gusto leerte.

                Un saludo cordial, feliz dia, Alex.

                • LOURDES TARRATS

                  Gracias, Alex, por tu mirada
                  que se posa donde el alma tiembla.
                  Sí, hay gestos que parecen nada
                  y en ellos, el deseo se desvela.
                  Maquillaje, aroma, un paso,
                  todo vibra en esa espera.
                  Y el peligro, como un lazo,
                  nos susurra que no hay frontera.
                  Tu lectura fue un abrazo,
                  tu sentir, una primavera.
                  Gracias por estar tan cerca
                  de lo que el relato revela.
                  Un saludo cordial, feliz día, y cariñitos.
                  -LOURDES

                • MISHA lg

                  bella historia donde el amor se encuentras poetisa
                  me ha ecantado, suele pasar , definitivamente
                  y muy triste cuando la profesión separa , al encuentro
                  del amor entre dos personas...



                  gracias por compartir

                  —No puedo seguir siendo tu terapeuta. No cuando cada jueves, antes de que llegues, me descubro esperándote con una ansiedad impropia de mi profesión. No cuando me doy cuenta de que, sin querer, comencé a desear que no hablaras solo de tus problemas, sino de tu vida… de tu mundo, de tus ganas. De mí.


                  feliz inicio de semana

                  besos besos
                  MISHA
                  lg

                  • LOURDES TARRATS

                    Gracias amiga MISHA por tu lectura generosa y por sentir tan de cerca lo que el relato quiso mostrar. Es cierto, el amor suele encontrarnos en los momentos más inesperados, y también es verdad que a veces la vida profesional impone distancias difíciles. Qué valioso que lo hayas percibido así. Me alegra que te haya gustado.
                    Un abrazo cordial y gracias por estar presente.
                    Cariñitos,
                    -LOURDES

                  • Lualpri

                    Muchísimas gracias por tus letras, estimada amiga poeta.
                    Buenas tardes.

                    • LOURDES TARRATS

                      Gracias a ti Lualpri, por tomar el tiempo de leer mis letras.
                      Buenas tardes y un abrazo grande.
                      -LOURDES

                    • JAVIER SOLIS

                      NO siempre entre un hombre y una mujer las relaciones son profesionales estrictamente
                      el ser humanos nos hace vulnerables y el amor es un grito interno que a veces calla y a veces
                      grita. A veces cuando el cerebro habla el corazón calla. o al revés.

                      Hermoso relato que nos muestra las deblidades humanas.
                      Con infiita cariño y admiración
                      JAVIER

                      • LOURDES TARRATS

                        Gracias, Javier, por tu sentir tan humano,
                        por escuchar el grito que a veces calla.
                        Sí, el amor no siempre pide entrada,
                        y entre lo profesional, se cuela el alma.
                        Tu lectura fue abrazo sincero,
                        tu reflexión, espejo que no engaña.
                        Somos vulnerables, sí,
                        pero también capaces de amar sin murallas.
                        Con gratitud profunda y afecto verdadero,
                        te envío un verso que te acompaña.
                        Cariñitos,
                        -LOURDES

                      • JUSTO ALDÚ

                        El relato vibra con una tensión emocional contenida y elegante, donde la intimidad se vuelve frontera y la palabra, espejo. Con ritmo sereno y atmósfera sensorial, el texto explora el deseo prohibido desde una delicadeza casi cinematográfica. La voz narrativa equilibra vulnerabilidad y lucidez, haciendo del silencio final un eco que perdura: la imposibilidad convertida en recuerdo eterno. Una historia que arde sin fuego y deja brasas en el alma.

                        Saludos amiga.

                        • LOURDES TARRATS

                          Justo, compañero de palabras,

                          Gracias, amigo, por tu mirada que abraza
                          y por leer con el alma expuesta.
                          Tu palabra es espejo que no juzga,
                          sino revela lo que el silencio interpreta.
                          Sí, hay relatos que no agitan,
                          pero arden en su quietud perfecta.
                          Y tú supiste ver la brasa
                          donde otros solo ven la puerta.
                          Tu sentir me acompaña,
                          como eco que no cesa.
                          Gracias por estar tan cerca
                          de lo que vibra sin certeza.
                          Un fuerte abrazo, amigo de versos.
                          -LOURDES

                        • Javier Julián Enríquez

                          Muchas gracias, amiga Lourdes, por este relato de gran contenido filosófico, cual crisol de emociones y reflexiones. En ocasiones, los anhelos más profundos pueden manifestarse en aquello que, por su naturaleza, sería preferible evitar. Paralelamente, aquello que no acontece, paradójicamente, se inscribe indeleblemente en la memoria, que trasciende el olvido. De esta manera, este relato, con su aparente sencillez, encierra una profunda reflexión filosófica sobre la naturaleza del deseo, la inevitabilidad del destino y la persistencia de la experiencia humana. En este aspecto, se diría que la contraposición entre lo anhelado y lo prohibido, así como la persistencia de la memoria, constituyen los pilares fundamentales de su significado, toda vez que revelan una perspectiva profunda y matizada de la condición humana.
                          Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio

                          • LOURDES TARRATS

                            Amigo Javier Julian,
                            Tu comentario es un abrazo intelectual, cálido y lúcido. Has captado con hondura la tensión entre lo deseado y lo vedado, y la forma en que la memoria, aún sin hechos, se vuelve testimonio. Tu lectura dignifica el relato, elevándolo como espejo de la condición humana. Gracias por tu mirada tan afinada y generosa.
                            Gracias.
                            Un abrazo sincero.
                            -LOURDES

                          • Dulce

                            Lamentablemente hay reglas entre ambos difíciles de sostener, cuando influye la mente que dice no...y el corazón que desconoce de reglas y pregunta ¿Qué hago con esto que siento? ...me gustó tu relato sensible y melancólico, abrazo alado Lourdes

                            • LOURDES TARRATS

                              Gracias Dulce amiga por tu comentario.
                              Cierto es, "la mente y el corazón"
                              Un abrazo,
                              -LOURDES

                            • alicia perez hernandez

                              Y justo antes de que se cerrara detrás de mí, deseé —con toda mi vida y toda mi verdad— que se atreviera a detenerme. Que dijera algo, lo que fuera. Pero no lo hizo. Y yo tampoco.
                              .....
                              Un relato muy interesante que me atrapo de principio a fin. Y si la vanidad de ella a todo lo que da y quien si no, al estar enamorada se emperifollaba para ir guapa pero esa ultima cita con el terapeuta no fue para nada lo que ella esperaba. y si, pesa mucho cuando las cosas no salen como uno quiere. FANTASTICO cierre de tu prosa y si, muy interesante historia. que a mas de tres nos puede pasar. Abrazos eternos mi estimada y apreciada poeta LOURDES

                              • LOURDES TARRATS

                                Gracias por comentar, mi querida Alicia.
                                Pues así es la vida. ¿Te imaginas?, tanto arreglo, perfume...para una decepción...Pero tal vez no.
                                Gracias querida, bella. Un abrazo.
                                -LOURDES

                              • Iván

                                Wow

                                Bueno... quizás estuvo bien. Más de lo imaginado.
                                No obstante... una experiencia que, como un roble; se mantiene fuerte, inolvidable, viva...

                                Estos misterios que toca vivir...

                                Un gusto, Lourdes 🏙



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