Oh, idioma, ordénate herido.
Piensa en los días olorosos de levadura y pan,
injerto de letras, velas de insomnio y moho.
Los ruidos repetían, metódicos,
las hieles hundidas en las jorobas gachas.
Oh, idioma, deletrea tu imprenta doliente.
Mirabas limaduras y sílabas;
una debía aventurarse en su sombra,
a otra la ligaba el tanteo de la nada.
Conocías la aridez de tus palabras,
su errancia, su dispersión —cada una
buscando su cuerpo—,
oías la maleza lanzarse al libro
leve y jovial, sin saber con qué cara quedarse.
Percibe aún aquellos instantes:
tu frente en alto,
un molino,
una cortina momificándose.
Habita, idioma, el reloj del molusco,
cuando se desbordan los mares.
Almacenabas membrillos en la canasta del verano,
y los paraguas querían cubrir,
empapadamente, la tierra.
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Autor:
Ivette Mendoza Fajardo (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 26 de octubre de 2025 a las 14:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3

Offline)
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