El piromániaco del olvido(Prosa)
(Wcelogan)
Soy el piromániaco del olvido.
He arrastrado tu amor en una bolsa negra
que pesa como un corazón muerto,
como todos los recuerdos que jamás aprendieron a sostenerse.
Tu fotografía yace atrapada en un gavetero del olvido,
custodiada por una orden de restricción
y un líquido inflamable que huele a pólvora, a gasolina, a ira concentrada.
Olvidar no es suavizar: olvidar es detonar.
La ciudad se despliega ante mí como un tablero de llamas.
Cada calle es una grieta,
cada farol una antorcha que me señala.
Los bares exhalan humo de traiciones y murmullos quebrados.
Pero no temo:
soy el alquimista que transforma la memoria en ascuas.
Arrastro la bolsa hasta un montículo de basura y escombros
que nadie recuerda.
Prendo la llama, y el incendio devora.
Las chispas saltan hacia el cielo como meteoritos,
y siento que cada estallido arranca cadenas de mis huesos.
Tus cartas, tus promesas rotas, todo se retuerce en la hoguera,
y el humo se arremolina formando figuras
que intentan recordarme lo que fui.
Pero no hay mordida que valga:
solo calor, solo destrucción, solo renacimiento.
El fuego se convierte en un animal salvaje,
un dragón que devora mi pasado y escupe libertad.
Las ventanas reflejan mi furia;
los charcos hierven con reflejos ígneos,
y cada piedra vibra con el crujido de la memoria consumida.
Soy piromániaco del olvido
y la noche se transforma en mi lienzo,
en un teatro de explosiones
donde cada chispeo es un verso de liberación.
El humo asciende y se mezcla con las nubes negras.
Veo mi pasado arder,
escucho tu voz romperse en mil silbidos
que se disuelven en el aire.
Cada inhalación huele a ceniza y a triunfo,
a mi propia metamorfosis.
Mis manos están ennegrecidas,
mis pulmones llenos de humo y de victoria,
y mi corazón late al ritmo de un volcán que despierta.
Cuando los últimos rescoldos se extinguen,
cuando la ciudad ya no refleja tus sombras
sino solo mis restos de fuego,
cierro los ojos.
He consumido tu historia, tu voz.
Pero en la hoguera del olvido descubro mi luz,
feroz, sin sombras, sin cadenas.
Olvidar no es pasar la página:
es incendiar el libro entero.
Y yo, piromániaco del olvido,
me alzo entre las cenizas
como dueño absoluto de mi libertad.
La noche se despeja.
El aire huele a polvo y resurgimiento.
La ciudad respira lentamente,
como si acabara de sobrevivir
a un cataclismo que no fue meteorito ni terremoto,
sino fuego vivo, fuego mío.
Y yo, de pie entre la ruina que elegí,
sonrío con la certeza de quien sabe
que la libertad no se pide:
se prende fuego y se toma.
Y mientras el último vestigio de tus promesas
se disuelve en el horizonte,
comprendo la lección definitiva:
olvidar es un arte que exige manos incendiarias y corazón sin miedo.
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Autor:
Wii (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 26 de octubre de 2025 a las 00:30
- Categoría: Amor
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Alma Eterna

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