A Celia Cruz en su Centenario!
Callaron los tambores en La Habana,
la plaza sin su canto se hizo herida,
más su voz, entre sombras encendida,
aún vibra donde el alma no se apaga.
Ni el muro del poder ni la distancia
detienen el compás de su ternura;
Celia vive en la fe, no en la censura,
y danza en cada lágrima que canta.
¡Azúcar!, dijo al mundo, y fue consuelo,
y el eco de su risa abrió caminos;
pintó con luz los cielos peregrinos,
y en cada voz dejó su propio vuelo.
Oh reina del Caribe, inmortal llama,
te negaron la tierra, no la gloria;
tu nombre es canto y paz en la memoria,
bandera viva de un amor que te reclama!
Porque Celia no solo cantó: construyó mundos de ritmo, de huesos sacudidos, de cuerpos que no cedían. Y su centenario, pese al silencio impuesto, florece en cada barrio de La Habana, en cada esquina donde alguien susurra su nombre.
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Autor:
Ellie (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 25 de octubre de 2025 a las 13:01
- Comentario del autor sobre el poema: El gobierno Cubano prohibió los homenajes a la cantante Celia Cruz. En el templo un murmullo encendió la asamblea: Se la hizo una misa y bajo censura los trabajadores de la Fábrica de Arte Cubano (FAC) les hicieron su estrella. La voz de Celia Cruz, la reina de la salsa, resonó invisible entre vitrales, como un eco capaz de atravesar muros. La iglesia fue la única que pudo rendirle tributo en La Habana: mientras el Estado silenciaba la celebración, las palmas y el “¡Azúcar!” aparecían como antorchas en la penumbra. Padre Ariel Suárez, frente al altar, habló de ella como de “una embajadora de la música cubana… de nuestro sabor, de nuestra alegría”. Y en un susurro más íntimo, el músico Alain Pérez lamentó el vacuo homenaje oficial: “Es lastimoso… un error de las instituciones”. Y allí, entre incienso y acordes, estaban también las memorias. Fredesvinda Marrero, de 58 años, decía: “Yo todos los días pongo su música… escuché su voz y sigo escuchándola”. María Piñeiro, de 48 años, añadió: “Los cubanos la queremos mucho… ella quería a su pueblo”. En ese momento, la ausencia oficial se volvió presencia: la silla vacía sobre el escenario de la Fábrica de Arte Cubano, la gala cancelada, todo ello hablaba más fuerte que un discurso. De todas manera, los trabajadores hicieron una estrella a la recordada mujer.
- Categoría: fecha-especial
- Lecturas: 1

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