Yo, que imaginaba incertidumbre sin ti,
encontré libertad cuando te fuiste.
Encontré esa paz que llega después de pelear
una guerra que nunca fue mía,
sino de tu ego —
ese que no me dejó negociar ninguna condición.
Me di cuenta que liberarte fue condenarme,
aceptar lo que no tenía remedio,
comprender que no se puede salvar
a quien no sabe que se está hundiendo.
Mi presencia se volvió invisible
aun estando frente a tus ojos,
como un fantasma ambulante
negado a ver la luz.
Me convertí en la sombra
de la mujer que fui un día,
solo por la necesidad
de llenar el vacío infinito que habitaba en ti.
Llamé amor
a ese sentimiento deficiente
que me vendiste,
ignorando que quien no se ama
solo puede ofrecer carencias.
Y cuando al fin te fuiste,
descubrí que no perdía nada,
porque lo que realmente me pertenecía
nunca estuvo en tus manos.
Dejarte ir
fue la forma más pura de regresar a mí,
de mirar mi reflejo sin miedo,
y reconocer en él
a la mujer que renació de su propia ausencia.
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Autor:
Poemas De Una Mente Joven. (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 24 de octubre de 2025 a las 07:35
- Categoría: Sin clasificar
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- Usuarios favoritos de este poema: Nelaery

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