El reencuentro

EDGARDO

Al verla, el cuerpo entero es un temblor sagrado,

sacudida de vida que el espíritu levanta.

Mi corazón arremete, un tambor desbocado,

y la emoción me quiebra la voz que tanto canta.

La miro, la contemplo, y al cielo yo agradezco

el don insondable de su pura existencia;

por ponerla en mi senda, por este arabesco

de luz que la hace parte de mi humilde consciencia.

Vuelve a mi rostro el tinte delicado de la rosa,

el rubor de la dicha que la pena había borrado;

a mis labios regresan, dulce y melodiosa,

las canciones de amor que el tiempo había callado.

Mi corazón susurra, con rumor pasional,

la entrega que solo su presencia me regala.

Quiero atesorar este instante, inmortal,

y grabarte con oro en la mente y el alma.

Aquí estoy, mi amor, y la ofrenda es completa:

Entero te ofrezco mi corazón que es tuyo,

y la vida que me queda, sin miedo ni careta,

para amarte, mimarte, ser tu más dulce arrullo.

Para cuidarte el sueño, para ser tu despertar,

saber que a tu lado todo tiene sentido.

Te amo más que ayer, pero menos que mañana,

con un amor que crece, eterno e infinito.

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  • Autor: Edgardo (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 23 de octubre de 2025 a las 00:50
  • Comentario del autor sobre el poema: Este reencuentro tiene un efecto transformador y sanador, pues restaura la alegría y la expresión amorosa, responde a la corresponsabilidad de un amor que nació de jóvenes y que en la edad adulta alcanza su madurez. Revive la promesa de cuidarse el uno al otro, y la promesa de un amor eterno y puro
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 1
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