No llevas capa ni escudo,
pero entras en las tormentas ajenas
con la calma de quien sabe
que toda herida puede nombrarse.
Tus palabras no imponen,
acompañan como faros suaves,
y en cada silencio tuyo
hay un espacio para sanar.
Tomas los miedos con manos de bruma,
los miras sin juicio, sin prisa,
y en tus ojos se intuye
que incluso el dolor merece descanso.
Hay batallas que no se ven,
lágrimas que no caen,
y tú las reconoces
como quien escucha el latido de lo invisible.
Marce, puente y refugio,
cuántas veces tu voz
ha sido el borde de la esperanza
cuando el mundo parecía derrumbarse.
No salvas, acompañas.
No ordenas, comprendes.
Y en ese gesto humano y profundo
tantos corazones recuperan su nombre.
Gracias por ser oído,
por ser claridad en medio del ruido,
y por recordarnos, sin decirlo,
que también lo roto puede florecer
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Autor:
Nicolas y Gaston (
Offline)
- Publicado: 21 de octubre de 2025 a las 10:15
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
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