Una sola vez dije que sí,
y bastó para que el mundo entero
se inclinara ante ti.
No hay rosa que grite más fuerte
¡te quiero!
que el temblor de mi voz,
cuando pronuncia tu nombre
como un secreto de Dios.
No echo nada de menos;
somos nuevos,
pero llevamos siglos
reconociéndonos en silencio.
Flotamos entre nubes de ternura,
bailando al son
de la música que brota
de nuestros corazones.
El cielo escucha —
nos cubre con su manto,
bendiciendo este amor
que no pide nada,
solo ser.
Hoy no hablemos de los desamores;
dejemos ese trago amargo
para los que temen amar,
para los que visten su miedo
con orgullo y distancia.
Vivamos nuestro instante,
sin mirar atrás;
y si el dolor insiste,
que cada beso
sea una oración al tiempo,
y cada mirada,
un juramento eterno.
Rubén Romero Toledo © 2025 todos los derechos reservados
-
Autor:
_Incipiens_ (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 18 de octubre de 2025 a las 18:38
- Comentario del autor sobre el poema: Primero que nada afradecerle a todos los que se paran en mi humilde plrtal, para comentar y leer mis trabajos. También gracias por la paciencia, tengo michos comentarios por contestar y poemas por leer. Un anrazo enorme a esta preciosa comunidad.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 1
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.