Desde otra orilla

Rodríguez

Ya casi se siente la brisa suave de noviembre, y espero tu llegada nuevamente, madrina mía,

con tu vestido blanco y tu sonrisa llena de alegría, como antes, cuando vivías.

 

Desde el cielo cuidas las heridas de mi alma. Dolores, tu nombre no dolía:

era cálido, era alegría.

 

Aún escucho tu voz diciéndome:

“Sé valiente, hijita”. Y aunque mi uniforme blanco aún espera su día, sé que me ves, orgullosa, desde un rincón al lado del sol.

 

No estás ausente, madrina querida, solo cambiaste de casa: de mi vida al cielo pasaste, y desde ahí me guías.

Porque una enfermera nunca muere, solo sana… desde otra orilla.

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Comentarios +

Comentarios2

  • EmilianoDR

    Gracias Lilia y en esa otra orilla no hay enfermedad ni dolor. Comienza la vida.
    Saludos 👋

  • JAVIER SOLIS

    No hay duda que la personas especiales en la vida
    dejan h.uellas marcadas que nunca se olvidan

    Preciosos versos que marcan recuerdos de alguienmuy querido
    Con mucho cariño
    JAVIER



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