Azul

matipulenta

Que sentir con fuerza deje de ser mi debilidad. 

Soy sola, soy triste. 

Soy sorda, ciega y muda. 

 

Me aterra abrirme a sentir, pero,

¿Qué Soy Sin Mi Sentir? 

 

Deambulo por mi depa. 

No tenía tan desordenado desde el año pasado. 

Tengo frío, tengo sed. 

Quiero amar, ser;

Tú…

Quiero una señal. 

 

Siempre miento cuando digo

que no conozco el odio. 

Mentira:

no lo conozco,

soy odio, 

me odio. 

 

Me fluye la inspiración por el cuerpo completo 

hasta que toca volverse tangible. 

Hasta que se trata 

de que sea mía. 

 

No hay nada que extrañe

en la escasez de tu palabra. 

Fervor autoflagelante, 

pedía una palabra tuya 

que no me traicione

Yo que voy rezando, implorando,

sangrando por una noche de amparo,

recibo tu fe ataviada. 

Como ofrenda, tu sombra. 

Mi mediocre cuerpo perfumado corrompido

anhelaba tu carne idealizada. 

 

Nunca fuiste santo,

nunca fuiste cuerpo necrosado. 

El hombre es demasiado humano, 

se aferra a la ternura del error

como pecado

y no como raíz. 

 

Morí a diario. 

Morí ayer, hoy y mañana. 

Alucino con tu ausencia, 

porque ni siquiera estoy decepcionada. 

Pero alguna vez, 

creí.  

 

Mi cuerpo decae, enferma

Débil te pedí compasión, 

te pedí visión. 

Come de mí el asco. 

Y moribunda elijo

apaciguar mi cariño. 

 

Apagar el fuego de la vida,

quemando mis manos,

mi identidad. 

 

¿Quién soy en el lugar que estoy?

¿Quién soy donde estoy? 

No dormí

  • Autor: Matilde (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de octubre de 2025 a las 01:08
  • Comentario del autor sobre el poema: Estoy más cerca del azul que del negro. Ya más que superado, pero hallado, y de todas formas compartido.
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 3
  • Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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