Que sentir con fuerza deje de ser mi debilidad.
Soy sola, soy triste.
Soy sorda, ciega y muda.
Me aterra abrirme a sentir, pero,
¿Qué Soy Sin Mi Sentir?
Deambulo por mi depa.
No tenía tan desordenado desde el año pasado.
Tengo frío, tengo sed.
Quiero amar, ser;
Tú…
Quiero una señal.
Siempre miento cuando digo
que no conozco el odio.
Mentira:
no lo conozco,
soy odio,
me odio.
Me fluye la inspiración por el cuerpo completo
hasta que toca volverse tangible.
Hasta que se trata
de que sea mía.
No hay nada que extrañe
en la escasez de tu palabra.
Fervor autoflagelante,
pedía una palabra tuya
que no me traicione.
Yo que voy rezando, implorando,
sangrando por una noche de amparo,
recibo tu fe ataviada.
Como ofrenda, tu sombra.
Mi mediocre cuerpo perfumado corrompido
anhelaba tu carne idealizada.
Nunca fuiste santo,
nunca fuiste cuerpo necrosado.
El hombre es demasiado humano,
se aferra a la ternura del error
como pecado
y no como raíz.
Morí a diario.
Morí ayer, hoy y mañana.
Alucino con tu ausencia,
porque ni siquiera estoy decepcionada.
Pero alguna vez,
creí.
Mi cuerpo decae, enferma.
Débil te pedí compasión,
te pedí visión.
Come de mí el asco.
Y moribunda elijo
apaciguar mi cariño.
Apagar el fuego de la vida,
quemando mis manos,
mi identidad.
¿Quién soy en el lugar que estoy?
¿Quién soy donde estoy?
No dormí.