Para la hija de Epicteto

Fortunato Seijas

Qué hastío es elevarse del suelo y hacerse cual atalaya

Matar al león antes de que salga y cerrar el grifo de las cascadas

Que hastío es desembocar de un lecho infértil

Y nutrir con sangre las raíces del árbol de la calma

 

Amar para mí fué como pincelar sobre el lienzo ya pintado

Intentar interiorizar en un desorden ordenado

Apreciar la benevolencia y las querellas de unos labios

Amar para mí fué, lo más grande; para lo que el córdis fue diseñado

 

“Soy la pintura que nadie entiende”, entre los más aclamados

¿Quién se quedare apreciarme y seguir con la mirada los trazos?

Mis colores contrastados y relieves descuidados

Cual espejo descubrirá su propio significado

 

Empero tengo de vos, “la nada de lo inefable” el secreto externalizado

La obra cuyo título “introspección de un estoico extasiado”

Y la admiradora perfecta se ha vuelto cual Sísifo

Destruyendo el absurdo con solo decir “oye, te estoy observando”

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