Una clara tarde,
a una egipcia con piel de bronce,
un verso sutil la dejé,
y tal que Moisés a mi río la invité...
En la fase oferente,
cerca del Nilo un ardor la generé,
¡ay, quién la viere!
meciéndose al soplo de mi aire...
Y con el potingue,
de su bífida lengua punzante,
sé muy bien qué,
consumió mi ósculo indecible...
Mi río ya quemante,
se contaminó por su tóxico ingente,
y tras el baño ardiente,
vi como se iba silbando la serpiente...
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Autor:
el brujo de letziaga (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 12 de octubre de 2025 a las 03:25
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
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