III.

Canelita

Dominaba los números,

donde las letras no tenían cabida:

habitaba el orden,

y las cifras me ofrecían respuestas.

 

Entonces llegaron tus letras,

tan suaves, tan ajenas;

invadieron mi fórmula

y añadieron variables

que mi mente no supo resolver.

 

Me enseñaste el idioma del caos,

donde las cifras pierden sentido

y las emociones

no obedecen a ningún signo.

 

Intenté despejarte,

buscar tu valor en mi ecuación,

pero eras incógnita y tormenta,

y la razón se rindió.

 

Lo odié,

porque desde entonces

ya no entiendo mis números

ni confío en las letras.

 

Y aunque comprendí el caos,

mi sistema sigue incompleto:

sin tu valor,

toda mi existencia

carece de solución.

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