Te amé en silencio,
mientras aún habitaba otro nombre,
otro cuerpo,
otra vida que no sabía soltar.
Y tú lo supiste.
Aun así, te acercaste,
como quien toca el fuego sabiendo que quema.
Nos envolvimos en la llama,
mientras afuera el mundo llovía.
Creí que el amor podía esconderse,
que bastaba cerrar los ojos
para no sentir la culpa.
Pero el alma no miente,
y la piel siempre recuerda.
Cuando elegiste tú también
habitar otro cuerpo,
no fue traición,
fue espejo.
Ambos temimos sentir demasiado,
y preferimos perdernos del todo
antes que mirarnos sin defensa.
Entonces escape,
no sé la razón.
Pudo ser por cansancio,
tal vez miedo a verte de nuevo
y reconocer que,
pese a todo,
seguías siendo tú.
Han pasado años,
y aún suena tu voz
como lluvia de noviembre,
lenta, inevitable,
recordándome que nada dura para siempre,
ni siquiera la culpa.
Hoy entiendo:
no éramos malos,
solo inmaduros.
Dos almas buscando calor
en medio del frío.
El destino nos cruzó,
y estamos hoy aquí de nuevo.
Y aunque algo en mí aún tiembla,
también florece la calma.
Porque el amor que vuelve
no es el mismo:
viene herido,
pero también más sabio.
Que sea entonces bajo la misma lluvia,
pero distintos:
más suaves,
más sinceros,
dejando que el agua nos limpie
sin miedo a mojarnos.
Porque el amor,
como la lluvia,
no viene para quedarse,
viene para sanar la tierra.
— Arih
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Autor:
Arih (
Offline)
- Publicado: 8 de octubre de 2025 a las 03:48
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: WandaAngel, Mauro Enrique Lopez Z., Lualpri, alicia perez hernandez, Poesía Herética
Comentarios1
Que preciosidad de letras.
Cuanta ternura en tus palabras.
Gracias de corazón por haberlo compartido.
Que tu día sea maravilloso al igual que ese ya calmo amor!
Felicitaciones, poeta 👏🏻 👏🏻
Luis.
Muchas gracias por leer y comentar.
Saludos,
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