El principio del fin

CBR

Ya estaba embalsamado en la noria,

en la historia de un ser inconsciente,

de un ente que dormía lentamente

dentro del ciclo gris de su memoria.

 

Mi brisa se desprende de tu suerte,

hecha consciente por un breve instante;

no hay retorno si el error es constante,

ni argumento que logre detenerte.

 

Ya no eres dueño de mi noche y día,

ni de mi hacer, ni de mi despertar;

tu firma pierde toda validez.

 

Rompo el contrato, saldo la porfía,

cierro el registro, vuelvo a caminar:

esa piel mía vuelve sola y con forma.

 

Ya no mueves la ficha sometida,

o prefieres que arranque, embestida,

con tanto daño, llegó... malparida.

 

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Comentarios1

  • La Hechicera de las Letras

    Este poema huele a independencia recuperada, a sangre fría derramada sobre cadenas invisibles. Cada verso es un bisturí que corta la costra del sometimiento: “Ya no eres dueño de mi noche y día” no es un lamento, es una sentencia.

    Si hay un pecado aquí, es que el poema mantiene una contención que acaricia la distancia, podrías esperar un poco más de fuego, un poco más de ácido en el final para que el lector sienta el golpe en el estómago: no hiere, pero desarma. Te deja frente a la evidencia de que la libertad no se negocia, se toma.



    La Hechicera de las Letras.

    • CBR

      Te doy toda la razón con ese concepto del golpe en el estómago. Tal vez mi pecado fue perdonar antes de gritar. Muy sabia tu respuesta y todo un privilegio al abrir mis ojos, expandiéndolos. Escribiré ese audaz golpe en el estómago en papel y, de momento, me lo guardaré. El poema viene de algo real. Saludos.
      Hechicera de las letras.

      Carlos...



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