Hay sangre en el suelo
y ya no sé si es tuya o es mía.
Tengo la sensación de que me desangro
por partes, por trozos, como si me desgarrara
y, sin embargo, la sangre está en tu rostro
así que me acerco a cuidarte.
Otra gota cae al suelo: roja, brillante.
Pero con cuidado te examino
y no encuentro tu herida
y eso solo hace volver a preguntarme
si tal vez la sangre sea mía.
Pero no tengo más tiempo
así que, sabiendo que el dolor no es tuyo,
sigo con mi rutina.
Llego a casa derrotada, sin poder hablar,
sin ganas de comer, solo queriendo llorar.
Y pierdo el tiempo en cosas absurdas
mientras finjo descansar.
Y la verdad es que no quiero tiempo para pensar.
No quiero darme cuenta de que hay sangre en el suelo y es mía,
que corre por mis muñecas como si me hubieran hecho una sangría.
La sangre es mía pero el dolor no,
al menos no hasta que lo asuma,
así que no le miro, no le reconozco,
no le contesto. No es mío.
No lo es.
La sangre está en el suelo, es mía.
Y el dolor también.
Hay sangre en el suelo de un alma sin vida.
Y esa alma solía ser mía.
¿Acaso nadie puede ver mi herida?
-
Autor:
Un atisbo (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 4 de octubre de 2025 a las 12:31
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, alicia perez hernandez, Mauro Enrique Lopez Z., ElidethAbreu, EmilianoDR
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.