Despiertas inquieto cada mañana,
como si temieras un destino sin nombre,
una sombra que te persigue
desde rincones que nadie más ve.
Fantasmas invisibles te habitan,
tejen historias que solo tú escuchas,
y los días se vuelven un desierto
donde la esperanza se evapora en silencio.
Lloras por el mínimo gesto,
como si cada palabra,
por sencilla e inocente que fuera,
cayera sobre ti con el peso del mundo.
El cansancio se aferra a tu cuerpo,
te hunde en la cama por horas,
como si cargaras en tus hombros
los escombros de una vida entera.
En tu mirada ya no habita la primavera,
se marchitó el brillo que un día florecía;
ahora solo queda un invierno gris,
una neblina de miedo
que consume la luz paso a paso.
Tu sonrisa muere cada tarde
junto con el día,
y en su lugar queda un eco vacío,
un silencio que aprieta el alma.
No quieres nombrar a tu soledad,
esa que te abraza aun rodeado de gente,
esa que hace de la multitud
un lugar más desierto que el olvido.
Caminas, pero no avanzas;
respiras, pero te ahogas;
vives, pero te sientes prisionero
en esta jaula invisible
que nadie mira,
pero que a ti
te mantiene encadenado al abismo.
Un luto amargo te acompaña,
un duelo sin causa ni tumba,
un vacío que no sabe decir su nombre,
pero que grita en silencio
desde lo más hondo de tu ser.
-
Autor:
Poemas De Una Mente Joven. (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 29 de septiembre de 2025 a las 08:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.