Mil y dos noches daría yo por saber quién le enseñó esa danza alegre a tus zapatos de callo y seda,
Sombra sin arista y testigo de toda esquina, trapo vivón de corazón incierto que de cada calle gris hace vereda,
Del Sena al Jiloca, de sucia tarde a fría mañana, de losa curtida al lecho imperfecto en el acento de cada valla,
Amado preso en Berlín, de Providence a España, que dejas descansar tu lomo en sueños dados a la ignota Kadath,
Flagelo suave marca tu paso por cada avenida,
Y rumor somnoliento tiñe cada verso de tu alma,
Y dan tus caricias a niños pobres su alegría, y dan tus viejos caprichos a casas viejas toda calma.
Pueden tus ojos firmes con la niebla de mil nadas, y pueden un par de versos con el filo de tu mirada,
Versos de lengua animal, jugarreta vocal salada, que sales de dulce verbena, y dejas la noche endulzada.
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Autor:
Lis Lucas Pérez (
Offline) - Publicado: 27 de septiembre de 2025 a las 08:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 44
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR, rosi12

Offline)
Comentarios1
Excelente! Un gusto su lectura.
Saludos
Ruben.
Agradezco mucho sus palabras.
Un saludo,
Lis
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