¿Qué hizo Francisco Aznar? (anécdota)

Patricia Aznar Laffont

Perfilaba quizás el inicio de un nuevo siglo, la escena transcurría en la sala de un departamento en Buenos Aires, los protagonistas y una observadora llamada Patricia estaban a la espera de una respuesta que casi podía ser considerada imposible y que de tan quieta se hacía esperar y esperar.

Pasemos a la situación  previa que se había desatado en esa pequeña sala de ese departamento: un Sr llamado Francisco y de apellido Aznar estaba sumergido en una lectura que como era costumbre por su temática lo atrapaba y no dejaba lugar en sus pensamientos para nada ni nadie, ni ruidos ni voces, nada lo alteraba. Sólo eran él y el libro.

Un mundo cerrado y único. Una simbiosis. Un dueto. Una diada .Un binario....

Por otro lugar del departamento la Sra Esmeralda oía la radio y cocinaba pastel de papas, su especialidad y en un sillón de la sala una joven Patricia observaba, intuía algo extraño, algo indescifrable, algo que... sí! que iba a suceder y que la llevaría a recordarlo toda la vida. Eso intuía, eso iba a suceder. No quería perdérselo.

Entonces esperó agazapada en ese sillón y sin hacer el más mínimo ruido.

Y así fue, la mente puede quizás ayudar a que los sucesos ocurran y fue así o no, vaya uno a saber.

Su padre Francisco enfrascado en su lectura, rulos canosos al hombro, anteojos gigantes recreaba en ese libro la Mitología antigua, a Grecia y Roma y todos los desvelos filosóficos de toda su vida.

Y sí, ocurrió algo inesperado, fue en un solo instante,  en un solo  impacto y sobre su cabeza inclinada y sus anteojos, esa su cabeza embelesada por los antiguos:  un pedazo de techo de holgadas dimensiones cayó  de imprevisto sobre su testa y pelo rizado, cayó también en su libro. Y el ruido tronó el lugar. La estancia se llenó de polvo...casi irrespirable.

La observadora esperó a ver qué sucedería luego, pero su madre Esmeralda dejó el pastel de papas y empezó a gritar: - ¡¡¡Fran, hacé algo!!! ¡¡¡Fran, hacé algo!!!

Francisco no respondía, seguía leyendo concentrado; adornaban su cabeza rizada pedazos de mampostería, cal, algunos pedazos de ladrillos, pero seguía en trance leyendo y leyendo a pesar del polvo casi un verdadero humo.

 Como cada vez que leía el mismo mundo se detenía y dejaba de rodar.

El final de esta anécdota ha seguido a esta observadora toda la vida: vamos a ser más sintéticos. Al final, Francisco oyó desde muy lejos (desde la antigua Roma, la antigua Grecia quizás) los gritos demandantes de esta Esmeralda del presente y se pudo ver como de pronto comenzaba a moverse... lento, muy lento... saliendo paulatinamente de ese éxtasis que lo tenía atrapado... tenía, le decían que hacer algo; la observadora Patricia, su hija, vio como su mirada cambiaba de a poco, muy poco y  como un dejo de presente hacía lugar entre las pupilas entrecerradas de su padre, prácticamente lejanas,distantes, enganchadas quizás en un busto de Homero, entre columnas de carácter dórico  o  vaya uno a saber.

¿Dónde estaba Francisco Aznar? Nadie ni creo que él lo sabía pero ese grito constante lo aturdía y molestaba: hacer algo, hacer algo, se decía consternado...

Su hija se dijo: ya está volviendo... está saliendo del hipnótico escenario que detalladamente su padre leía. ¿ Y ahora? Siguió esperando...

Pasados un par de minutos el viejo algo hizo para detener ese distractor que tanto lo invadía... ese -Hacé algo ya!.  Y entonces Sí! lo hizo.

¿Qué hizo Francisco Aznar?

Atinó a arreglar el techo? Llamó a alguien para que rápidamente lo solucionara?

Noooo, eso jamás  pasaba por sus pensamientos.

Hizo lo mejor que su mente aturdida por la interrupción de su lectura podía hacer.

Francisco tomó la silla, la desplazó junto con su libro a un costado de la mesa, limpió sus anteojos y en algo las hojas del libro y ya satisfecho, ya había hecho algo, continuó con su lectura mientras su hija la observadora reía a escondidas y a carcajadas y a Esmeralda se le quemaba desesperada su preciado pastel de papas.

 

Patricia recordando a su papá Francisco. Absolutamente todo real.

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Comentarios +

Comentarios8

  • ElidethAbreu

    Gracias querida Paty por esta historia de familia de un padre que ha heredado las letras a su hija y que de seguro la mira, muy orgulloso de la poeta que en ella se ha agigantado.
    Glorias a Don Francisco a largo de la historia que su hija hace viva.
    Abrazos y aplausos de pie.

    • Patricia Aznar Laffont

      Mi cielo, mi Ellie linda.
      Qué hermosas palabras.
      Mil besitos 😘

    • JUSTO ALDÚ

      Holaaaa Patricia, tu relato tiene un aire entrañable y muy vívido, casi cinematográfico: vemos a Francisco sumido en su universo de libros, ajeno a la vida doméstica, mientras el mundo literal se le cae encima y él apenas se inmuta. La figura de "Patricia" como observadora añade ternura y humor, porque capta lo absurdo de la escena y lo guarda como una memoria imborrable.
      La tensión entre lo solemne (Grecia, Roma, la mitología) y lo cotidiano (el pastel de papas, el techo que se derrumba) genera un contraste delicioso. El final, con la “solución” insólita de Francisco —mover la silla para seguir leyendo—, retrata perfectamente su carácter y convierte la anécdota en un pequeño retrato de familia lleno de humor y cariño.
      Buena prosa amiga.

      Saludos

      • Patricia Aznar Laffont

        Mil gracias querido Justo.
        No hay ficción.
        Fue tal cual y todavía me muero de risa.
        Mi viejo hizo lo único que pudo hacer.
        Leer y lo demás fue secundario e inexistente.
        Jajaja Jajaja
        Gracias por estar.

      • Lualpri

        Querida Patri...

        Toda una historia la de Don Aznar la cual, quién podría asegurar si estuvo bien o mal.
        Cada Ser humano debe hacer lo que en verdad le hace bien y según tus letras, a tu padre eso le hacia bien y era prioritario amén que Doña Esmeralda dijera lo que quisiese y se le quedara la comida.
        Calculo que en ese momento era una especie de divertimento para la pequeña Patri.

        Gracias por compartirlo, querida amiga.
        Un fuerte abrazo.
        Cuídate mucho!

        • Patricia Aznar Laffont

          Hermano del alma. Fue tal cual.
          Puedo aún morirme de risa

          Te requiero siempre

          • Lualpri

            Cuídate mucho.
            Un abrazo.

          • Salvador Santoyo Sánchez

            Hoy nos has deleitado con esa narración, casi de película.
            Donde se vislumbra la infancia siempre curiosa de los hechos
            de una familia.

            Saludos, gracias por compartir tus verídicas letras,
            estimada Patricia Aznar Laffont.

            • Patricia Aznar Laffont

              Gracias Salva. No tan de infancia.
              Mi viejo tendría unos 60 y lo único que sabía y quería hacer era leer y estudiar.
              Su respuesta lo demuestra.
              Besos

            • alicia perez hernandez

              Mi reina mi Patita, cuantas veces no te quedas atrapada en un libro de poemas, arte, historia o lo que sea? y nadie te mueve de tu lugar. tu Papacito estaba anonadado en su lectura y nada lo movió de su lugar y si, si se cambio de lugar pero el techo no se pero tal vez sigue igual. pero es un recuerdo curioso y chistoso. Y ahora que hace el Sr Francisco Aznar? sigue sumido en la lectura? tu anécdota esta chistosa. BESOSSSSSSSSSSSSSS MILLLLLLLLLLL Y TODO MI AMOR A MI PATITA HERMOSA, VIVE, RIE, LLORA, CANTA Y SE FELIZ CON TODO LO QUE TE HACE FELIZ. TE AMOOOOOOOOOOOOOO HASTA ALLÁ LLEGUEN MIS ABRAZOS MI PATITA AMADA

              • Patricia Aznar Laffont

                Mi ángel mio papá está en el cielo seguro con un libro entre las manos.
                Siempre fue así. Jamás cambió.
                En medio de un incendio el viejo seguía leyendo.
                Todo es verdad.
                Ay, mi Ali. Cuánto te requiero !!!

              • MISHA lg

                todas las experiencias forman parte de la vida
                pero a veces suele suceder un descuido,
                y pierdes la vida,

                un hombre culto, tu Padre...

                gracias por compartir parte de esa pérdida ,
                poetisa

                Atinó a arreglar el techo? Llamó a alguien para que rápidamente lo solucionara?
                Noooo, eso jamás pasaba por sus pensamientos.
                Hizo lo mejor que su mente aturdida por la interrupción de su lectura podía hacer.
                Francisco tomó la silla, la desplazó junto con su libro a un costado de la mesa, limpió sus anteojos y en algo las hojas del libro y ya satisfecho, ya había hecho algo, continuó con su lectura mientras su hija la observadora reía a escondidas y a carcajadas y a Esmeralda se le quemaba desesperada su preciado pastel de papas.



                besos besos
                MISHA
                lg

              • David Arthur

                Me quedo leyendo tu historia con un creciente suspenso para saber que iba hacer Francisco:


                Atinó a arreglar el techo? Llamó a alguien para que rápidamente lo solucionara?

                Noooo, eso jamás pasaba por sus pensamientos.

                Hizo lo mejor que su mente aturdida por la interrupción de su lectura podía hacer.

                Francisco tomó la silla, la desplazó junto con su libro a un costado de la mesa, limpió sus anteojos y en algo las hojas del libro y ya satisfecho, ya había hecho algo, continuó con su lectura.......

                Un gran abrazo de mi cariño Patricia
                David

              • EmilianoDR

                Ahora soy yo, quien apegado a tu historia no oigo, no veo, no entiendo nada, ni me distraigo por nada.
                Cuanta concentración amiga y que hombre que amaba la lectura y no la dejaba por un techo derrumbado o un pedazo de cielo.
                De tal palo, tal astilla estimada amiga y que bueno que la historia vive en la mente de esa niña que ya ha crecido.
                Saludos 👋

                • Patricia Aznar Laffont

                  Emi, tus hermosas palabras me emocionan casi hasta las lagrimas.
                  Un abrazo fuerte, muy fuerte!



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