Cuando contemplo el páramo doliente
donde yacen las flores marchitadas,
y escucho las plegarias desoladas
que el viento trae cual música inclemente;
siento en mi pecho el látigo inclemente
de mil batallas nunca terminadas,
de sangre y de aflicción entrelazadas
cual sierpe que devora lo inocente.
¡Oh guerra! En tus altares inmolamos
la paz, la juventud y la esperanza,
mientras al cielo mudos imploramos;
y en este duelo eterno que no alcanza
final, los seres todos nos tornamos
ceniza que el dolor al aire lanza.
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Autor:
Javier Julián Enríquez (
Offline)
- Publicado: 16 de septiembre de 2025 a las 19:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: Fabio de Cabrales, mauro marte
Comentarios3
Bonito poema. Puede interpretarse también como la guerra interna del hombre y sus contradicciones. Saludos.
Hay tantas guerras en el mundo, es una sinrazón, y las tropas españolas en las fronteras polaca y rumana, que no se sabe que va a pasar. Y lo de Gaza, matando niños... y vendiendo armas a África, y luego tiene la gente que huir en pateras y nos quejamos que vengan aquí, todo es un despropósito. Un abrazo.
En África y en otras zonas empobrecidas del planeta las guerras siempre se han hecho, y casi se siguen haciendo, a pedradas. Pero en Occidente, y muy al contrario de lo que se cree, las guerras han sido detenidas o si se quiere apartadas del alcance de los Gobiernos: ahora lo que hay y se imponen son los genocidios, tales como los que se dieron e impusieron en Irak, en Libia, en Siria, en Afganistán, en Grimea y ahora en Palestina donde los que matan son solo unos porque los otros no tienen nada para defenderse. Repito: ya no hay guerras, salvo excepciones, y sí genocidios a la Carta.
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