AVISO DE AUSENCIA DE Franjablanca
Con los fragmentos de esperas
en la dársena del puerto,
fabrico un barco sin velas
y floto haciéndome el muerto.
Con los trozos de botella,
después de la botadura,
hago un puzle de las huellas
que dejó el tiempo que dura.
Con los rescoldos del fuego
que va dejando mi ausencia,
hago cubitos de hielo
(en justa correspondencia).
Con la brisa que me toca
cuando ya no estoy al mando,
oigo decir en tu boca:
las letras se van volando.
Con los fragmentos de esperas
en la dársena del puerto,
fabrico un barco sin velas
y floto haciéndome el muerto.
Con los trozos de botella,
después de la botadura,
hago un puzle de las huellas
que dejó el tiempo que dura.
Con los rescoldos del fuego
que va dejando mi ausencia,
hago cubitos de hielo
(en justa correspondencia).
Con la brisa que me toca
cuando ya no estoy al mando,
oigo decir en tu boca:
las letras se van volando.
Aparca su bicicleta
entre grises adoquines
y saca de la maleta
su bolsa llena de clínex.
El semáforo de siempre
es el pan de cada día,
el tiempo quema en septiembre
y en enero lo resfría.
Cuando se paran los coches,
él ofrece sus pañuelos;
un euro ya es un derroche
para calmar sus consuelos.
Se conforma con quien quiera
darle céntimos por caja:
los sueldos en las aceras
se cotizan a la baja.
Algunos dan más dinero,
otros, solo calderilla;
los que son más cicateros
ni bajan la ventanilla.
Al final de la jornada,
tras muchas horas de pie,
el cansancio ya le avisa
que toca la retirada
con la bici, las divisas
y pañuelos de papel.
Los cuatro euros de mierda
no dan ni para sandalias.
Mientras los cuenta recuerda:
manos ganaba en Somalia.
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Autor:
Franjablanca (
Offline)
- Publicado: 16 de septiembre de 2025 a las 14:11
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
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