Sextina I: sobre la muerte de Jesucristo.

Ángel Ruiz Egea

Doliente ardor sereno exhala el pecho,

consumiendo la vida del divino

hijo, que es fustigado por los clavos.

¡Ay, a sangrar resígnase al madero,

penas y amarga vela para el mundo

que es ahora impulsado por pecado!

 

Es la carga angustiosa del pecado

el martirio de quien, en ancho pecho,

tanto amor albergar por este mundo

es capaz, siendo entrega y don divino.

Y aun se astille en su espalda el cruel madero,

cargará sin aliento por los clavos.

 

A pies y manos le traspasan clavos:

este arroyuelo carmesí el pecado

derrama por la efigie del madero.

Lento se agota el ánimo del pecho,

y casi muerto ruega tal divino

perdón al Padre al que es ignaro mundo.

 

¡Barbarie! Ínfima burla muestra el mundo,

suenan risas y ofensas del que en clavos

es colgado y herido al ser divino.

Y todavía agravan el pecado:

La lanza se hunde al lado de su pecho,

y en agua y sangre baña así el madero;

 

bautismo terrenal por el madero,

ignoto todavía para el mundo,

que oro y plata intercambia por del pecho

sus ropajes, materia vana. Clavos,

cárcel seréis de carne que pecado

ninguno cometió por ser divino;

 

no retendrás al alma del divino

cuando su último aliento en el madero

entregue al Cielo. ¡Ay! Por el pecado

del mal rasgose el velo, y helo al mundo

que bajó la cabeza, por los clavos,

por la sangre, por muerte de este pecho.

 

Y cuando el pecho mismo por divino

resucite, al madero y esos clavos

los loe el mundo, limpio de pecado.

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Comentarios +

Comentarios1

  • ElidethAbreu

    Gracias poeta.
    preciosas letras.
    Abrazos.



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