Mesa reservada

Franjablanca


AVISO DE AUSENCIA DE Franjablanca
Con los fragmentos de esperas
en la dársena del puerto,
fabrico un barco sin velas
y floto haciéndome el muerto.

Con los trozos de botella,
después de la botadura,
hago un puzle de las huellas
que dejó el tiempo que dura.

Con los rescoldos del fuego
que va dejando mi ausencia,
hago cubitos de hielo
(en justa correspondencia).

Con la brisa que me toca
cuando ya no estoy al mando,
oigo decir en tu boca:
las letras se van volando.

He reservado una mesa

en esa nube ovalada

para darte una sorpresa

tras los postres y el champán,

ajenos a otras miradas.

He pedido en la reserva

la del rincón en chaflán,

la que custodia con celo

el secreto de sumario

de todas las confesiones

que revelaron al cielo

los amantes solitarios

espartanos del deseo

subliminando pasiones

solapadas tras un velo

manchado de represiones

que juegan al veo, veo.

 

Cuando nos sirvan los platos

diremos al camarero

que deje en anonimato

nuestros nombres y apellidos,

evitando así el ruido

de las bocas de terceros.

 

Y mientras tanto, recuerda

para acceder a la nube,

que tu pecho hacia la izquierda

es la escalera que sube.

 

El resto de lo que ocurra

al pasar el hemisferio

después de la sobremesa,

como el silencio susurra

y, como diría el misterio:

sigue siendo una sorpresa.

 

 

 

 

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