Franjablanca

Mesa reservada

He reservado una mesa

en esa nube ovalada

para darte una sorpresa

tras los postres y el champán,

ajenos a otras miradas.

He pedido en la reserva

la del rincón en chaflán,

la que custodia con celo

el secreto de sumario

de todas las confesiones

que revelaron al cielo

los amantes solitarios

espartanos del deseo

subliminando pasiones

solapadas tras un velo

manchado de represiones

que juegan al veo, veo.

 

Cuando nos sirvan los platos

diremos al camarero

que deje en anonimato

nuestros nombres y apellidos,

evitando así el ruido

de las bocas de terceros.

 

Y mientras tanto, recuerda

para acceder a la nube,

que tu pecho hacia la izquierda

es la escalera que sube.

 

El resto de lo que ocurra

al pasar el hemisferio

después de la sobremesa,

como el silencio susurra

y, como diría el misterio:

sigue siendo una sorpresa.