Creí amanecer azotado
por el travieso viento de poniente,
niño loco y díscolo,
que desde el mar jugaba a despertarme
a golpe de salitre y gaviota.
Me vi siendo árbol añoso al borde
del acantilado,
viejo pero firme y decidido
a la hora de troquelar el aire
con mis silencios.
Tomaba prestadas mis raíces
de las hermanas algas que intuía
a mis pies jugando entre risas
A la comba combada,
Y se me hacían las ramas manos
de dedos arrugados por el agua
que se escapaba para arriba huyendo del mar
para besarme los gestos.
Regalaba sombras a quien
temerariamente
se acercara para acariciarme
mi cara de leño partido
sin vergüenza ni sonrojo.
Creí seguir soñando con
Ser árbol que florecía
A pesar de la brisa
Y de las mareas rampantes
Más azules que el cielo
Sobre mi sombrero de altas
y agradecidas copas.
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Autor:
Tomás Sánchez Rubio (
Offline)
- Publicado: 12 de septiembre de 2025 a las 13:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
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