Al doblar la esquina me topé con ese sauce llorón: en el cual tallamos nuestros nombres encerrados en un corazón.
Lloramos y pedimos al cielo consuelo,mas este se nubló y comenzó a llorar, uniendo su llanto cual monzón.
Cuando se empapa de tristeza el alma y la humedad llega al corazón, la fogata de los recuerdos vividos calienta poco y nada.
Veré si le echo más leña a los recuerdos para así dormir un poco más calentito, y mañana... Mañana será otro día, Dios mediante.
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Autor:
Sancho Panza (
Offline)
- Publicado: 8 de septiembre de 2025 a las 16:41
- Categoría: Triste
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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