Virginia
Llegaste a mí con el despertar del día
cuando apenas asomabas al balcón de la vida,
los juncos a tu lado crecían
y las olas impetuosas del deseo se alzaban.
El brillo de tus ojos
a la esperanza incierta de la ilusión,
la cubriste con el manto de la llama
y la luz encendida de la pasión
A veces lejana, lejana
como el eco de un recuerdo ido
como buscando respuestas
a preguntas ignotas.
A veces cercana, pegada a mí,
como un latido,
acariciando sentimientos
avivando cada sueño
Cuando la penumbra de la noche fue
y la borrasca de un día alejó los caminos
y te envolvió y me ocultó
tú siempre permaneciste allí
¿anclada en el camino? No,
sólo esperando con el ímpetu de la paciencia
con el sereno resplandor del que sabe esperar
Cómo pueden las nubes de un día eclipsarte
y las sombras de la noche ocultarte
si eres la luz y eres todo aquello
que mi alma anhela para amarte
Hoy, cuando el día comienza a despedirse,
con el canto de la primavera que marca su final,
y el otoño anuncia su llegada
y la noche asoma,
cuando la penumbra acecha
sólo puedo decir
que siempre serás para mí
ese esperado amanecer
que renace con cada sueño
a la espera de una nueva ilusión.
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Autor:
Leo (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 8 de septiembre de 2025 a las 08:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., El Hombre de la Rosa, alicia perez hernandez, Pilar Luna
Comentarios2
Genial y hermoso versar estimado poeta y amigo Leonardo
Saludos de Críspulo desde Torrelavega
El Hombre de la Rosa t
Cómo pueden las nubes de un día eclipsarte
y las sombras de la noche ocultarte
si eres la luz y eres todo aquello
que mi alma anhela para amarte.
Hermoso. Saludos.
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