Leonardo Gutierrez Berdejo

Virginia

Virginia

 

Llegaste a mí con el despertar del día

cuando apenas asomabas al balcón de la vida,

los juncos a tu lado crecían

y las olas impetuosas del deseo se alzaban.

 

El brillo de tus ojos

a la esperanza incierta de la ilusión,

la cubriste con el manto de la llama

y la luz encendida de la pasión

 

A veces lejana, lejana

como el eco de un recuerdo ido

como buscando respuestas 

a preguntas ignotas. 

A veces cercana, pegada a mí,

como un latido,

acariciando sentimientos

avivando cada sueño

 

Cuando la penumbra de la noche fue

y la borrasca de un día alejó los caminos

y te envolvió y me ocultó

tú siempre permaneciste allí

¿anclada en el camino? No, 

sólo esperando con el ímpetu de la paciencia

con el sereno resplandor del que sabe esperar

 

Cómo pueden las nubes de un día eclipsarte

y las sombras de la noche ocultarte

si eres la luz y eres todo aquello

que mi alma anhela para amarte

 

Hoy, cuando el día comienza a despedirse,

con el canto de la primavera que marca su final,

y el otoño anuncia su llegada

y la noche asoma,

cuando la penumbra acecha

sólo puedo decir

que siempre serás para mí

ese esperado amanecer

que renace con cada sueño

a la espera de una nueva ilusión.